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¿Qué hace la Iglesia en España por las víctimas de abusos?

Cambiar de mentalidad no es fácil, pero es imprescindible

Los abusos sexuales por parte de clérigos en España han salido abundantes en los últimos meses, aunque se desconocen las cifras.

Un caso que ha llamado mucho la atención ha sido el que afecta al monasterio benedictino de Montserrat, en el que una de las víctimas, Miguel Hurtado, denunció al monje que dirigía la actividad de los jóvenes escoltas (scouts) que había organizado la Abadía.

En la conferencia de prensa que presentó este lunes la cumbre del Papa en el Vaticano con los presidentes de las conferencias episcopales sobre los casos de abusos en la Iglesia, el cardenal Blase Cupich, de Chicago, dijo que no hay cifras en la Iglesia sobre el número de casos de abusos sexuales a nivel global.

Habrá estadísticas, pero con una explicación. Hay que contextualizar los casos. No se puede poner todo en el mismo saco sin dar una explicación del porqué, del cómo y el momento histórico en que se ha dado. Todos son casos execrables, pero no todos son iguales para formar una única estadística.

En esta conferencia de prensa el portavoz vaticano, Alessandro Gisotti, agradeció a las víctimas que con su sufrimiento y su denuncia han permitido hacer “aflorar este monstruo sobre el que no hay que tener miedo, si queremos derrotarlo”.

En España tampoco hay cifras, según comentó un portavoz de la conferencia episcopal, porque los casos de abusos son tratados en cada diócesis y en cada institución religiosa.

Los casos son enviados a Roma. El obispo o el superior religioso/a toman sus medidas, de acuerdo con lo que ha pedido el papa Francisco: tolerancia cero.

Sin embargo, muchos se preguntan: ¿han hecho lo suficiente los obispos españoles? ¿Qué pasa con los encubridores? ¿Qué medidas se han tomado? ¿Cuál es la responsabilidad de los encubridores?

Los casos de pederastia y/o abusos han salpicado no pocas diócesis y también congregaciones religiosas especialmente dedicadas a la enseñanza o a la juventud.

En España los casos de pederastia han salido más tarde que en otros países como Irlanda, Estados Unidos o Chile. Según cuenta Teresa Compte, que preside la primera asociación de apoyo global a las víctimas dentro de la Iglesia, llamada Betania, hay muchos tipos de víctimas.

Las hay que han salido en público y han denunciado los casos. Otras han denunciado pero no quieren que aparezca su identidad, y finalmente las que no quieren denunciar.

Sin embargo, añade Teresa Compte, todos ellos necesitan la atención, la escucha y el acompañamiento, tanto legal, como terapéutico, humano y espiritual.

Por eso Betania ha puesto a disposición de las víctimas dentro de la Iglesia un equipo de profesionales médicos, psicólogos, psiquiatras, educadores, periodistas… que acompañan a las víctimas con el fin de devolverles su dignidad y su paz interior. Hay víctimas que se sienten culpables, incluso ante sus abusadores.

Aunque estos “horrendos crímenes”, como los califica el papa Francisco, en algunos medios de comunicación españoles se han usado para dañar a la Iglesia o buscar el morbo, las víctimas merecen una profunda atención y acompañamiento.

Porque aunque los delincuentes hayan muerto o los casos hayan prescrito por ley, ahí siguen las víctimas, con sus secuelas psicológicas, con sus crisis espirituales, con sus familias.

Las víctimas no pueden estar solas. Hay que hacerles justicia. En primer lugar, se las debe escuchar.

En España, como en todas las partes del mundo, los abusos tienen lugar sobre todo en las familias, y por eso existen fundaciones y asociaciones diversas en las principales capitales dedicadas al tratamiento de las víctimas producidas en el ambiente familiar. Pero hasta ahora no había ninguna institución dedicada a las víctimas dentro de la Iglesia.

Muchos reconocen una cierta inercia de los responsables eclesiásticos españoles en la denuncia de los abusos, que puede ser debida a muchas décadas del “fuero eclesiástico” (contemplado en el Concordato de 1953 vigente hasta el 1979, así como en concordatos anteriores) por el cual los clérigos eran juzgados, en España, por la ley eclesiástica.

En caso de delitos penales, la justicia civil actuaba evitando “toda publicidad” (Art. 16, 4) y la condena se cumplía “en una casa religiosa con las convenientes garantías” (Art. 16, 5).

Este fuero ha marcado una tendencia a resolver los problemas a nivel interno, dando pie al secretismo. Sin embargo, hoy el Papa pide que los casos sean denunciados a la justicia civil. Cambiar de mentalidad no es fácil, pero es imprescindible.

La Conferencia Episcopal ha constituido una Comisión de trabajo para actuar contra delitos a menores, presidida por el obispo de Astorga, Juan Antonio Menéndez.

Esta comisión sustituye a unos protocolos aprobados en 2010. Los obispos españoles hicieron un comunicado conjunto en el que reconocen un “silencio cómplice” en el pasado y se comprometen a

“cuidar y educar, con respeto y ejerciendo su ministerio; proteger a todos menores y adultos vulnerables; crear comunidades seguras y solidarias que ofrezcan un entorno de amor donde haya una vigilancia informada sobre los peligros del abuso. Y lo hará: seleccionando y formando cuidadosamente a todos aquellos con alguna responsabilidad en la Iglesia; respondiendo a cada queja de abuso contra el personal de la Iglesia;  procurando ofrecer un ministerio apropiado de cuidado pastoral a aquellos que han sufrido abuso; y procurando ofrecer asistencia y apoyo pastoral, incluyendo supervisión y remisión a las autoridades apropiadas, a cualquier miembro de la comunidad eclesiástica, que se sabe que ha cometido un delito contra un menor, joven o adulto vulnerable”.

Con el fin de asistir a la conferencia de presidentes de conferencias episcopales, fue a Roma el presidente de la Conferencia Episcopal española, el cardenal Ricardo Blázquez, tras pasar por el monasterio benedictino de Montserrat, donde se entrevistó con el abad.

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