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Poner palabras a tus sueños, la clave del éxito

Todos tenemos en nuestro interior un motor, un ardiente fuego que nos empuja a avanzar, que nos motiva para trabajar hasta más tarde, a asumir riesgos, a afrontar el cambio…

El problema está en que a menudo no sabemos poner en palabras a aquello que nos motiva. Somos incapaces de explicar por qué hacemos una cosa o la otra. Lo hacemos simplemente porque nos parece la mejor solución. Y esto que aparenta ser una decisión simple y obvia es en realidad el resultado de un complejo conjunto de creencias transmitidas a través de nuestra educación, nuestras experiencias de éxito o fracaso, las historias que hemos escuchado…

 ¿Qué es el éxito?

Recuerdo una conversación con un empresario a quien acababa de conocer, estábamos en la cocina tomando una copa de vino tinto. Por primera vez encontraba a otro empresario que tenía preparadas varias preguntas y acababa de sacar el arma fatal, una pregunta con un gran potencial de cambio: “David, ¿qué es lo que te motiva para querer hacer cada vez más? Pareciera que no termina de satisfacerte lo que tienes…”.

Había apuntado directamente al corazón. Era cierto, pero ¿por qué? En aquel momento le ofrecí una respuesta bastante simple, pero la pregunta sigue carcomiéndome en mi interior. En realidad, esta pregunta oculta una más grande, una pregunta que es la fuente de muchas de nuestras decisiones: ¿cuál es mi definición de éxito?

Para algunos el éxito está en el dinero, en el reconocimiento social, en demostrar a un padre que se está a la altura, en vivir según unos valores sólidos, en no seguir los pasos de nuestros padres, en salvar el mundo, en proteger la vida de uno, en ser libres, en decidir, etc.

¿Ya te has planteado alguna vez esta pregunta? Si defines bien qué es para ti el éxito en la vida te ahorrarás el despertarte un día con 50 años, vacío y con la sensación de haber corrido tras una quimera que no te satisfacía.

Durante años trabajé duro con Thomas Ghys para crear una agencia de comunicación cristiana. Recuerdo bien aquella noche de fundación, en la fría sala polivalente de la parroquia donde explicamos por primera vez nuestro sueño: crear una agencia de comunicación cristiana con un equipo de trabajadores a tiempo completo.

7 años después éramos 12 en el equipo, había logrado este objetivo, pero me sentía presionado, fuera de lugar, estresado, obligado a llenar mi tiempo con actividades que no me entusiasmaban en absoluto. ¡Estaba a punto de explotar!

Nunca dediqué tiempo a identificar qué era para mí el éxito, o más bien no me detuve regularmente a hacer balance de la situación conmigo mismo para ver si iba en la dirección buena.

De esta forma llegué a modificar mi definición de éxito. Mi objetivo no era ampliar el tamaño de mi equipo, sino estar en el lugar apropiado dedicando el máximo de tiempo a hacer aquello que me apasiona y en lo que soy bueno.

Mi definición actual es la siguiente: vivir con plenitud el momento presente, estar junto a las personas que aprecio y consagrar todo el tiempo que pueda a las personas que desean tener un impacto positivo en el mundo, para ayudarles a progresar en los ámbitos donde pueda resultarles útiles.

Para ayudarte a elaborar tu propia definición de éxito, aquí tienes varias preguntas que puedes planearte:

Si después de haber respondido a estas preguntas te das cuenta de que es necesario hacer ajustes, sé fuerte, la vida es corta, ¡así que mejor vivirla intensamente y de la mejor manera!

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