La verdadera pregunta electoral en EEUU: ¿Quién los va a sacar de la pobreza?
Quien quiera que ocupe la Casa Blanca a partir del próximo enero de 2017, sea Hillary Clinton o sea Donald Trump, tendrá que enfrentar un problema que parecería que años de historias de Hollywood habrían logrado ocultar: la pobreza en Estados Unidos.
De las, aproximadamente 77 millones de familias que hay en el extenso territorio de la Unión Americana, nueve millones viven bajo el umbral de la pobreza. Y no es, tan solo, por falta de empleo, pues cerca de seis millones de familias pobres tienen al menos uno de sus miembros con trabajo.
En otras palabras, de acuerdo al Censo llevado a cabo en Estados Unidos en el año 2014, 65.8 por ciento del total de las familias norteamericanas que viven bajo el umbral de la pobreza tienen al menos uno de sus miembros empleado.
Esto tiene un significado profundo pues se trata del país con mayores índices de productividad en el mundo: que lo que pagan sobre todo las grandes cadenas a sus trabajadores, no les alcanza para mantener a la familia: 71 por ciento de los subsidios para hogares pobres van a familias cuya cabeza está empleado.
El desempleo en Estados Unidos se haya bajo mínimos históricos; sin embargo, también los niveles de pobreza son históricos. Habría que hacer una profunda reforma a la economía del país más rico del mundo. Y a este respecto, ¿qué proponen los candidatos a la presidencia?
Clinton ha dicho que su plan tiene un solo emisario: la clase media. Fortalecerla y fortalecer la educación mediante ir “a donde está el dinero”. Es decir, elevando las tasas impositivas a los que más tienen para asegurar empleos y educación a quienes menos tienen.
Trump, por su parte, ha sostenido su promesa de reforma económica no subiendo impuestos sino –dice—“trayendo de nuevo las empresas que se fueron de Estados Unidos por los acuerdos comerciales como el Tratado de Libre Comercio con México”.
Los analistas y las asociaciones de trabajadores han buscado poner una tasa de hasta 15 dólares la hora –por ejemplo en tiendas de servicios o restaurantes de comida rápida—pero a lo más que se llega es a 10 dólares la hora en estos establecimientos.
Lo que sería una gran noticia para cualquier trabajador en el mundo en desarrollo, en Estados Unidos –por el costo de la vida—apenas si alcanza para cubrir lo básico. Y si no se cubre, hay que buscar las ayudas en otros sitios. Y no siempre llegan.
Lo que está en juego, para el grueso de la población estadounidense es, justamente, la economía de cada día. Fuera de los jaloneos sobre los correos privados que salieron del ordenador de Hillary y de sus asistentes; de la injerencia de Putin en las elecciones o del acuerdo Transpacífico, lo que interesa a millones de familias de trabajadores es quién, de verdad, los va a sacar de la pobreza. Ahí es donde se define la elección del próximo martes 8 de noviembre.
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