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Jubileo personas excluidas: “Una mirada de desprecio, duele y te aplasta”.

A una semana para terminar el Jubileo de la Misericordia, el papa Francisco recibió en audiencia el pasado viernes 11 de noviembre 2016, en el Aula Pablo VI en el Vaticano, a 6 mil personas que han vivido o que viven en la calle procedentes de toda Europa, en el día de la memoria de San Martín de Tours, célebre por haber dado la mitad de su capa a un mendigo antes de convertirse.

El papa Francisco dice que nadie es tan pobre como para no regalar una sonrisa a los demás, no obstante, a veces, la frialdad patronea en nuestras calles y ciudades. “Ves gente necesitada y cómo que hay gente que intenta no mirar. Te estigmatizan”, comentó Domenec.

Elkin- sobrepone su voz durante nuestra conversación colectiva – como si un recuerdo se apoderara de él y no pudiera contener la necesidad de expresarlo: “Sí, te miran como diciendo: ‘culpable, culpable’ con desprecio. Y duele y te sientes aplastado”.

Ante esto, “que, hoy, el Papa les mire a los ojos es impresionante”, interviene súbito Eduardo Vicente Mahiques, director de Caritas de Gandia, España, quien explica que ha sido una “suerte” haber podido cumplir este viaje a Roma con Demenec y Alkin, dos hombres que persiguen la esperanza de la dignidad de ganarse el pan con sus propias manos.

Análogamente, “ellos no se van a lavar las manos por un tiempo pues han podido tocar al Santo Padre; siempre recomendamos lavar las manos para entrar al comedor, esta semana no hace falta”, bromeó Mahiques.

“Si yo no hubiera venido con ellos, no hubiera sentido todo lo que hoy siento. Fundamentalmente me ha encantado lo que ha dicho el Papa que la pobreza está al centro del Evangelio”, añadió.

Respecto al mensaje del Papa al recibirlos en el Aula Nervi en el Vaticano, el director de Caritas de Gandia explicó que se lleva el recuerdo “qué el Santo Padre ha pedido perdón” a las personas socialmente excluidas dedicándoles el culminar del Jubileo de la Misericordia.

“Qué humilde es…(se le quiebra la voz) para pedir perdón (el Papa)- me emociona- en nombre de la Iglesia porque los cristianos por desgracia, la mayoría de veces, no somos capaces – como el samaritano que ve al que está sufriendo – y en cambio damos la vuelta y cogemos el camino equivocado”, dijo casi sollozando Eduardo Vicente.

Además, señaló el encanto de la idea de que “los pobres, que somos todos, seamos capaces de transmitir el Evangelio”.

En el cierre del Año Jubilar, los protagonistas son las personas que, por distintos motivos, desde la precariedad económica a varios tipos de patologías, de la soledad a la privación de las relaciones familiares, tienen dificultades a integrarse o terminan a menudo llevados a los márgenes de la sociedad sin un hogar, un trabajo o mendigando una comida.

La Iglesia en el Año Santo que abraza a los excluidos

El Año Jubilar de la Misericordia concluirá el 20 de noviembre, festividad de Cristo Rey, cuando se cerrará la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro. Mientras que este domingo, el 13 de noviembre, se cerrarán todas las Puertas Santas abiertas en todo el mundo durante este Año Santo.

“Yo lo hablo con ellos, a veces, existe una tendencia de las personas que estamos cómodos de juzgar a las personas que tienen una cierta dificultad. Porque en su vida cualquier cosa se ha torcido en su camino”, agregó Mahiques.

Estas personas excluidas han llegado al Vaticano de varios países de Europa: España, Francia, Alemania, Portugal, Inglaterra, Polonia, Holanda, Italia, Hungría, Eslovaquia, Croacia y Suiza.

A propósito, en una cafetería adyacente a la columnata del Bernini conversamos con el grupo de Caritas Gandia, España, que ofrece programas de acogida, empleo, ayuda a personas sin hogar, apoyo escolar y sensibilización para enfrentar la desigualdad en la ciudad española ubicada al suroeste de la provincia de Valencia y destacada como uno de los principales destinos turísticos de la península ibérica.

Alkin, 36 años, agricultor, piel curtida por su trabajo, nacido en Bulgaria, emigró a España hace ocho años con el sueño de un mejor porvenir. Pero, ha probado en carne propia lo peor de la recesión económica y la explotación de los trabajadores que cultivan la tierra.

Alkin al preguntarle sobre sus explotadores dice: “Hay que superar todo, no perder la esperanza. Como se dice: Perdonamos y nos perdonan”.

“Me siento muy orgulloso de estar aquí en Roma y ver al Papa y tantas personas que están en mi nivel y de diferentes países. Ahora he comenzado a trabajar y poco a poco me recupero y las cosas irán bien gracias a Dios”, comentó Alkin de religión ortodoxa.

“Todos somos pobres, todos somos pecadores”, dijo Alkin al recorrer mentalmente el mensaje recibido por el Papa. “No somos maestros de vida, pero el sufrimiento nos da conocimientos para enfrentar la vida dura con agradecimiento, no todo es como aparece en los periódicos”.

“Quiero decir que las personas que tienen oportunidad para ayudarnos que lo hagan porque nosotros (las personas excluidas socialmente) de verdad existimos y se ve en las calles, en los parques”, expresó con ojos fijos.

El Papa los llamó ricos de solidaridad. “Si soy rico con la fuerza de mi corazón y creo en Dios. Mi fe es mi riqueza y creo que estoy en el camino correcto”, añadió el emigrado búlgaro.

Por otro lado, Domenec, 43 años, nacido en París, Francia, vive en España desde los 7. “Mi madre conoció a mi padre allá y luego se divorciaron”. Durante la crisis económica ha perdido su trabajo como camarero y agradece a Caritas por la ayuda prestada “para salir un poquito adelante”.

“Venir aquí me ha gustado mucho. Ver al Papa me hacía tanta ilusión estar aquí en el Vaticano. Y sobre todo, me ha gustado compartir con personas como nosotros. El Papa estaba diciendo que hay gente que aún está peor, que tenemos que ayudar”.

“El sermón era para nosotros. No es lo mismo escuchar una misa por la tele o la radio cuando estás pasando un problema que escuchar al Papa que te habla aquí personalmente. Y para mí ha sido muy impresionante”, dijo Domenec.

Domenec comentó el momento de la invocación cuando todos los pobres rezaban alrededor del Papa por él: “Las mismas cosas que necesita él, las necesitamos nosotros. No está de mas de él que rece por nosotros, ni que nosotros recemos por él, porque, o sea, la fe la tenemos que trasmitir unos a otros. Igual la necesita él como la necesitamos nosotros”.

“Se supone que en su posición el Papa tiene mucha más fe, pero el afecto, la ternura y el sentimiento le puede venir igual que bien a él que a otra persona. El Papa pasó por delante nuestro, le saludamos, pero fue muy bonito”.

“Me llevo de este encuentro seguir adelante pensando en los demás, en lo que puedes de ayudar, además de las cosas que puedes hacer por ti mismo, algo que debes tener siempre en la cabeza, no ser el cristiano que cuando ve un problema se aleja, sino al contrario, acercarse e intentar sólo ayudar en lo que uno realmente pueda”, comentó.

Rafael Sala, sacerdote, presidente de Caritas de Gandia, España, explicó que este “Papa nos interpela a todos para que seamos protagonistas de esta revolución del amor. Y también a la gente más necesitada de cariño, diciéndoles que ellos también tienen algo que enseñar”.

“Precisamente ha señalado que los pobres son mucho más solidarios que los ricos de este mundo porque el pobre está pasando por una situación difícil, pero es capaz incluso en esa situación de sentirse hermano del necesitado y entonces ayudar a aquel que está más necesitado que él”, reiteró Sala el mensaje de papa Francisco.

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