Jubileo de los excluidos: Necesitamos tener una amistad con los pobres y los sin techo
El Jubileo de los pobres es la última cita del Año Santo convocado por el papa Francisco y se llevará a cabo en el Vaticano y en las diócesis de todo el mundo del 11 al 13 de noviembre 2016.
Los excluidos, los desheredados, los sin techo, los pobres, los privados de una casa, un trabajo, una familia y especialmente de la dignidad, son los elegidos por el Pontífice para cerrar el Año Santo de la misericordia.
El viernes el Papa los acogerá personalmente en el aula Pablo VI del Vaticano. El sábado en la mañana participarán en la audiencia jubilar en la plaza de San Pedro y en la tarde escucharán el concierto realizado en su honor por el maestro y premio Oscar Ennio Morricone.
Finalmente, centenares de pobres estarán en el centro de la misa del domingo 13 de noviembre. Precisamente, con motivo del Jubileo de las personas socialmente excluidas, hemos entrevistado a Carlo Santoro, representante de la Comunidad de San Egidio invitado por la Oficina de Prensa de la Santa Sede a presentar el evento en Roma.
Invisibles que dan fastidio al decoro de la ciudad
En este contexto, el papel de San Egidio en el Jubileo es hacer emerger la realidad de los sin techo en Roma. A pesar de las multitudes de turistas y de fieles que visitan el Vaticano, “los pobres siempre han estado allí”. De ahí que salen historias de vida cotidiana y, a veces, de incomprensión.
En un bus romano en hora de punta subió un hombre anciano y con vestidos roídos. Las señoras de un grupo de turistas murmuraban en la entrada de los pasajeros lo “asqueroso” y “repugnante” del olor que provenía del lado opuesto del bus. Una de ellas alzaba la voz contra la pérdida de la belleza cultural de la capital italiana.
“Todas las noches encontramos pobres en San Pedro y en varias partes de la ciudad Eterna”. “Los descartados de la sociedad, como son llamados por el papa Francisco, son personas que es mejor no ver”.
San Egidio se propone, por el contrario, la amistad con los pobres y dar visibilidad a la dignidad de esos sin techo.
“Obviamente no juzgo a nadie. Yo digo que es una cosa que se escucha también dentro de nosotros” (en referencia a la voz de la señora del bus). En este sentido, la construcción de las duchas, la barbería y los baños -bajo la columnata del Bernini en la plaza de San Pedro– ha servido a realzar la dignidad que se creía perdida”.
Empatía con los sin techo
“Lo importante es entender sin juicios y sin prejuicios esta realidad. Por ende, intentar solidarizarse: si yo estuviera en su lugar (de la persona sin techo), si yo esta noche no tuviera una casa, un baño, una cama y tuviera que dormir a la intemperie: ¿Cómo lo haría?
Esto significa cosas muy concretas. Significa tener un ojo abierto y uno cerrado mientras duermes, pensar que te pueden robar todo. Pero también que no puedes confiar en nadie”, explica a Aleteia Santoro.
La Comunidad de San Egidio en Roma organiza varias actividades para las personas excluidas durante todo el año, desde los comedores populares hasta proyectos de integración a través de la formación y el empleo.
“Cursos de panadería – por ejemplo- oficios que los romanos ya no quieren hacer porque se hace casi de noche”, contó Santoro.
“A veces, es necesario derrumbar este muro de enemistad entre nosotros y los pobres. Cada uno de nosotros puede intentar entender y ayudar a los pobres a recuperar la propia dignidad porque cada ser humano tiene una propia dignidad”.
En efecto, el papa Francisco exhorta a mirar y tocar al pobre cuando se le da la limosna o se le presta ayuda. Es un primer acto de misericordia: ver el rostro de quien sufre para ver más allá de los números o de las apariencias.
El rostro de los desheredados
“El Papa habla de los pobres en cada lugar que visita. Cabe decir que cuando era arzobispo de Buenos Aires iba a las chabolas, donde vamos nosotros (San Egidio) a llevar la escuela a los niños”, explica.
“Por ende, ya conocíamos antes su amor por los pobres. El deseo de Bergoglio de compartir su vida, es el obispo que pasea por la ciudad. Cuando el Papa llegó a Roma tuvo que darse cuenta de que la ciudad –aunque ya la había visitado varias veces- era cosmopolita, llena de turistas, peregrinos y fieles. Pero con muchos pobres”.
El Papa todas las veces que ha tenido la ocasión ha hablado de los pobres como personas en las cuales inspirarse. Los pobres son la verdadera riqueza de la Iglesia.
“Esta es la herencia que nos promete el Señor: ‘Dejaré en medio de ti a un pueblo humilde y pobre, confiará en el nombre del Señor’”, nos dice el papa Francisco.
“En la plaza de San Pedro, una vez hizo entregar un pequeño libro del Evangelio a algunos pobres sin techo. Este fue un gesto muy significativo porque nos decía: ‘la palabra de Dios nos es dada por los pobres’. Este es un hecho muy importante, frecuentemente pensamos a los pobres como si no tuvieran una vida espiritual. En cambio, por ser el último evento del Año Santo, el jubileo de los excluidos, vemos impregnado en ellos el tema de la misericordia”.
“La verdadera fe es darse cuenta de los pobres que nos rodean”, dijo el papa Francisco en una de sus homilías en Santa Marta.
Los indigentes que mueren por las calles
Santoro asimismo recuerda la historia de Willy, el indigente evangelizador que fue enterrado en el cementerio teutónico del Vaticano al lado de príncipes y artistas. Una historia conmovedora por la espiritualidad demostrada por un hombre que no tenía nada más que su propia fe.
Asimismo, ha reivindicado para ellos, un derecho olvidado, que es el derecho a ser sepultados. “Muchos de ellos terminaban en el anonimato total”. Por eso, desde hace muchos años organizamos a finales de enero funerales y una misa de recuerdo por los sin techo muertos cada año”.
“Tienen derecho a ser recordados como una persona, un ser querido”, afirma.
Benedicto XVI entre el servir y el dar: la amistad con los pobres
A Carlo Santoro, representante de la Comunidad, no le gusta la frase “asistir a un pobre”. Y explica que esto eleva una barrera entre ellos y nosotros.
“El papa Benedicto XVI vino a nuestro comedor social y comió con los pobres. Después nos dio un discurso iluminador: ‘Este lugar es bonito porque se confunde el papel de quien sirve y el de quien es servido”.
Así, marcó la diferencia entre el papel de los “asistentes sociales” y las personas comunes (profesores, profesionales, estudiantes, etc.) que en la comunidad de San Egidio entablan una “amistad” con los pobres. Una relación que tiene dos vías que se alimentan de dar y de recibir en aprecio sincero.
“Cuando se entabla una amistad con un pobre, ellos tienen su vida, nosotros la nuestra, pero nosotros no somos asistentes, sino que ellos forman parte de la Iglesia en un sentido completo”.
En casos concretos, “rezamos con ellos, realizamos oraciones por ejemplo en San Pedro al menos una vez al mes”.
Envíe un comentario