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El diagnóstico del Papa al mundo de hoy: “Esclerosis espiritual”

Durante la Misa en el Jubileo de las personas en situación de precariedad, Papa Francisco alertó ante “los que utilizan el nombre de Dios para asustar, alimentar divisiones y temores”. Su homilía estuvo basada en el Evangelio del día: “os iluminará un sol de justicia que lleva la salud en las alas» (Ml 3,20) y las palabras del profeta Malaquías.

“La lectura de esta última página del Antiguo Testamento suscita preguntas que nos interrogan sobre el significado último de la vida: ¿En dónde busco mi seguridad? ¿En el Señor o en otras seguridades que no le gustan a Dios? ¿Hacia dónde se dirige mi vida, hacia dónde está orientado mi corazón? ¿Hacia el Señor de la vida o hacia las cosas que pasan y no llenan?”, afirmó Papa Francisco.

El Evangelio habla de conflictos, hambre, convulsión en la tierra y en el cielo, pero: “Jesús no nos quiere asustar, sino advertirnos de que todo lo que vemos pasa inexorablemente”, afirmó el Pontífice.

“El que sigue a Jesús no hace caso a los profetas de desgracias, a la frivolidad de los horóscopos, a las predicciones que generan temores, distrayendo la atención de lo que sí importa” y pidió distinguir: “lo que viene de Él y lo que viene del falso espíritu”.

En la segunda parte de su homilía, Papa Francisco hizo alusión a la exclusión: “La persona humana, colocada por Dios en la cumbre de la creación, es a menudo descartada, porque se prefieren las cosas que pasan. Y esto es inaceptable, porque el hombre es el bien más valioso a los ojos de Dios”.

Papa Francisco mandó un mensaje a los que viven en precariedad y hoy celebran el Jubileo: “Cuánto mal nos hace fingir que no nos damos cuenta de Lázaro que es excluido y rechazado (cf. Lc 16,19-21). Es darle la espalda a Dios”.

“Un síntoma de esclerosis espiritual es cuando el interés se centra en las cosas que hay que producir, en lugar de las personas que hay que amar”, explica el Papa: “Así nace la trágica contradicción de nuestra época: cuanto más aumenta el progreso y las posibilidades, lo cual es bueno, tanto más aumentan las personas que no pueden acceder a ello. Es una gran injusticia que nos tiene que preocupar, mucho más que el saber cuándo y cómo será el fin del mundo”.

Finalizó su intervención haciendo una petición concreta: “Que nos aparte de los oropeles que distraen, de los intereses y los privilegios, del aferrarse al poder y a la gloria, de la seducción del espíritu del mundo. Que el Señor nos conceda mirar sin miedo a lo que importa, dirigir el corazón a él y a nuestros verdaderos tesoros”.

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