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El conflicto en Cachemira: ¿una guerra de religión?

Tras un periodo de relativa estabilidad, el conflicto entre la India y Pakistán en relación a la cuestión de la región de Cachemira ha vuelto a ponerse en primer plano y va camino de conocer un nuevo periodo de tensiones. El mundo entero, en especial las grandes potencias, siguen este conflicto entre dos antagonistas con armamento nuclear.

Situada entre las cadenas montañosas de Pamir, Hindu Kush, Himalaya y Karakorum, Cachemira es una zona montañosa estratégica considerada como un auténtico “castillo de agua” del sur de Asia. Es particularmente cierto para Pakistán, por donde fluye el río Indo tras atravesar Cachemira hasta desembocar en el mar Arábigo.

El reparto de aguas de la cuenca del Indo no es el origen del conflicto entre India y Pakistán, pero sigue siendo una disputa importante y suscita avidez en ambas partes.

Los dos países firmaron el 19 de septiembre de 1960 un tratado que repartía las aguas de la cuenca entre ambos. Aunque por lo general el acuerdo es respetado, no es menos cierto que los dos países se acusan regularmente de violar las cláusulas.

Cabría destacar que, desde el punto de vista de las instalaciones hidráulicas y de la capacidad de gestión y abastecimiento, la India le lleva una gran ventaja a Pakistán, que trata de superar su atraso.

En Cachemira se da un auténtico fenómeno de instrumentalización de la dimensión religiosa del conflicto. La India, que procura ser tolerante e intercultural, debe hacer frente ahora a una presión muy importante por parte del nacionalismo hindú.

Se trata de un movimiento que convierte al hinduismo en el vínculo esencial nacional; es, además, un partido abiertamente antimusulmán. Por ello, hacer de Pakistán la primera y principal amenaza contra la India sirve también para fomentar la adhesión al movimiento y el desarrollo del partido nacionalista e hinduista BJP.

De la misma manera, Pakistán instrumentaliza el conflicto de Cachemira y lo convierte en una de las claves de la cohesión nacional paquistaní.

El hecho es que Pakistán se compone de numerosas etnias, de entre las cuales las principales son: pastunes (norte), baluchis (oeste), sindis (sur) y punyabíes (este). Pakistán, en oposición al nacionalismo hindú, se presenta como una tierra de acogida para todos los musulmanes de Asia del sur y del suroeste. Así que Cachemira, una región con una población más del 85% musulmana, es reclamada por Pakistán.

¿Qué pasa con los cristianos?

La situación y el papel de la minoría cristiana en estas regiones siguen siendo discretos, pero preocupantes. El caso de Asia Bibi, cristiana paquistaní que espera desde hace siete años en el corredor de la muerte acusada de blasfemia contra Mahoma, ilustra bien la situación actual de Pakistán. Un país dividido entre el deseo de apertura y la islamización y que apenas reprime los ataques contra los cristianos.

En la India, la situación se deteriora, sobre todo tras la llegada al puesto de primer ministro de Narendra Modi. Como miembro del partido BJP, nacionalista e hinduista, está a la cabeza de una lucha legislativa cuyas consecuencias son graves para las pequeñas comunidades, esencialmente católicas, diseminadas por el país: iglesias y hogares quemados en 2008, celebraciones de navidad anuladas en 2015,…

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