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Cuando el amor vence el cáncer

La chica de la foto es Katie Kirkpatrick. En ese momento tenía 21 años y un tumor en fase terminal.

Pasaba cada día horas y horas entre curaciones y medicamentos.

Junto a ella está su prometido, Nick, de 23 años, que esperaba que terminara una de las muchas sesiones de quimioterapia a las que se sometió la chica.

La siguiente foto fue sacada poco antes de la boda de Katie, celebrada en enero de 2005 en Estados Unidos.

A pesar del dolor, la debilidad de los órganos y las dosis de morfina, Katie cuidó cada detalle de su boda.

Su vestido tuvo que ser ajustado varias veces a causa de su constante pérdida de peso.

Un accesorio insólito e inevitable para la boda fue el tubo de oxígeno que Katie usó durante toda la ceremonia y la recepción.

La otra pareja de la foto son los papás de Nick, felices de ver a su hijo casarse con la muchacha que ama.

Katie, en una silla de ruedas y con el tubo de oxígeno, se divierte al son de la música interpretada por su marido y sus amigos.

Durante la fiesta, Katie tenía que detenerse por momentos para descansar, puesto que los dolores no le permitían permanecer mucho tiempo de pie.

Ver a una mujer tan débil y enferma casarse con una espléndida sonrisa en el rostro nos hace pensar.

La felicidad se puede alcanzar, no importa cuánto dure.

Tenemos que dejar de complicarnos la vida.

Katie no permitió que la enfermedad la dominara.

No cambió su relación con Dios, con su familia o con su marido.

No permitió que la enfermedad le impidiera vivir, que la privara de la esperanza y la fe que le hicieron creer que tenía un futuro.

Tuvo una boda maravillosa, tenía amor y dio amor, y el amor no muere.

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