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Crecen las muertes por sobredosis en EE.UU.

Un fantasma recorre los estados de la costa este y otras entidades de los Estados Unidos: el de la sobredosis de opioides que afecta, sobre todo, a los jóvenes.

En Connecticut, por ejemplo, el Departamento de Salud Pública estatal ha comenzado a proporcionar un “kit” contra la sobredosis que contiene Naloxona, un hidrocloridro que inyectado vía muscular o subcutánea, es antagonista de los opioides.

El Estado de Virginia muy pronto hará accesible a sus residentes el mismo “kit” que ha podido salvar vidas de adolescentes y jóvenes en crisis por consumo de opioides.

En esta última entidad, en Virginia, la Comisión de Salud ha declarado la adicción a los opioides como “emergencia pública de salud”; un llamado que ha hecho también el gobierno estatal debido al creciente número de sobredosis y abuso de sustancias como el Carfentanil, un sedante para animales de gran tamaño que es 10.000 veces más fuerte que la morfina.

En Virginia, según estadísticas oficiales, tres personas mueren cada día por una sobredosis, y más de dos docenas de personas diariamente son atendidas en la sección de urgencias de los hospitales del Estado.

Este número es un 89% más alto que las sobredosis detectadas el año pasado. Su Estado vecino, Virginia del Oeste, presenció 28 casos de sobredosis en una sola ciudad y en un solo día del pasado mes de agosto.

Ya el Estado de Massachusetts había declarado emergencia de salud pública el consumo de opioides en 2014. Un grupo ciudadano en Ohio ha pedido al gobierno estatal una declaratoria similar tras la elevación de las sobredosis en el área de Cleveland.

El movimiento que ha hecho Virginia ha sido resultado de un reporte general sobre el tema, publicado la semana pasada, en el que se insta al país a responder a la adicción a las drogas como a una enfermedad, llamando a este momento de crisis “una prueba moral para Estados Unidos”.

El mes de septiembre pasado, en el mensaje del Día del Trabajo, la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos incluyó el abuso de opioides como parte de un dolor que aqueja a las clases medias y rurales de Estados Unidos por la falta de trabajo.

Los obispos americanos, como los de la Conferencia de Obispos de Massachusetts, han llamado a la epidemia de sobredosis como una tendencia que “debe ser detenida”.

Los prelados pidieron a los legisladores, trabajadores de los servicios de salud y a otras organizaciones, crear una nueva legislación y, al mismo tiempo tener una nueva actitud frente al problema, pues la legislación “por sí misma no va a resolver la crisis de opioides”. Se trata de un problema social. Y de vacío existencial.

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