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CINE Y VALORES Idiots: ¿una fábula sobre lo que las personas son?

Idiots (2013) es el título de un cortometraje de apenas cuatro minutos, ocurrente y divertido, que provocará conversaciones muy interesantes en el aula, entre los amigos y con los hijos. Un instrumento simple pero profundo que nos ayuda a comprendernos y a comprender nuestro entorno.

Se trata de un relato de aire retro y tintes oníricos sobre una comunidad de androides dominados por la ideología de la sociedad de consumo, que hoy ocupa prácticamente todo el espacio disponible. Los humanoides del cuento tienen un aspecto intermedio entre máquinas de palomitas robotizadas y horribles monstruos tecnológicos de una película de serie B, pero su comportamiento y reacciones nos serán completamente familiares, porque son las nuestras.

Efectivamente, se comportan ante los aparatejos de última generación, las redes sociales, la posibilidad de autoretratarse, las aplicaciones de pago en las que se ofrecen payasadas de uso temporal, etc., de la misma manera como lo hacen los adolescentes y, por qué no decirlo, también los adultos.

Nos encontramos, por lo tanto, ante un espejo de nosotros mismos, un espejo encantador, divertido, dicharachero y efímero. Un espejo magníficamente trazado de nuestro mundo y de nuestro corazón.

La idea es tan sencilla como atemporal y se basa en el núcleo más básico de nuestra humanidad: buscamos la satisfacción del deseo de felicidad y lo buscamos en todas partes y de todas las maneras posibles. Hoy en día el consumo nos ofrece pequeñas píldoras que no llegan a hacernos felices, pero al menos nos ocupan el tiempo, nos “entretienen”, nos mantienen en un espacio nebuloso en el que ni tocamos la realidad ni nos enfrentamos a la vida, pero mientras tanto podemos dejar que pase el tiempo sin tener que vérnoslas con problemas de tal calibre.

Sin embargo, el tiempo llega y la vida sigue, y los entretenimientos acaban por cansar. Es más, tal y como se nos muestra en Idiots son las propias compañías las que se ocupan de que sus productos tengan una obsolescencia programada que mantenga el negocio en auge permanente. ¿Cómo reaccionarán los alegres robots cuando su pequeña diversión ya no les satisfaga o se estropee? Les invito a descubrirlo (a descubrirnos a nosotros mismos) viendo esta fantástica obrita de arte.

Como verán, uno de los elementos más interesantes del cortometraje que les presento es que conecta perfectamente el ámbito del deseo humano y el consumo en su vertiente económica, pero también sabe comprender cómo en la actualidad la gestión del deseo se ha convertido en el núcleo fundamental de la política y un instrumento de manipulación que alcanza una fuerza sin precedentes.

No quiero concluir sin darle el mérito que se merece a los creadores, el estudio barcelonés Big Lazy Robot fundado por J. J. Palomo y que, partiendo desde la nada y buceando en el confuso universo del autodidacta, ha conseguido convertirse en un referente al que acuden en busca de talento grandes marcas como Nike o Audi.

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