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Cartas a la Madre Teresa: Un retrato histórico correcto y fiel

En la Grecia clásica el hombre estaba convencido de que los dioses vivían en su misma dimensión. Que no hacía falta morir ni tener una experiencia mística para acercarse a donde habitaba la divinidad porque para los griegos y buena parte de sus vecinos, los dioses vivían en montañas a la vista y sus huellas podían tocarlas y hasta olerlos porque Zeus había pasado por ahí y había construido ahí.

Ahora, para la inmensa mayoría de los mortales, el concepto de Dios suena a algo complejo, lejano y en el mejor de los casos místico. Sin embargo hay quien percibe a Dios como los griegos trataban a sus dioses, como si convivieran en la misma dimensión, casi como si no hubiera que esforzarse para hablar con él porque Dios siempre está ahí para escucharte.

Agnes Gonxha Bojaxhiu, más conocida como la Madre Teresa de Calcuta, fue una de esas personas que recibía el mensaje de Dios como si conviviera con él en el mismo espacio. Un día recibió un mensaje. Básicamente le dijo que pasara de la jerarquía eclesiástica y que dedicara su vida a los pobres lo cual tenía mucho sentido en la India de la década de los 40 cuando la conocida como hambruna de Bengala mató, en 1943, a tres millones de personas por desnutrición.

Cartas de la Madre Teresa retrata todo esto con bastante exactitud. De hecho, la película bien podría suponer un ejemplo perfecto para proyectar en un colegio y enseñar a los alumnos quien fue el personaje. En la película no hay un ápice de controversia ni de polémica y de haber alguna estría, ésta únicamente pondría en evidencia que también en la Iglesia hay almas que no siempre ven con buenos ojos determinadas aventuras divinas fuera de lo establecido. Pero por lo demás, Cartas de la Madre Teresa es una balsa de aceite tanto, que hay quien le ha reprochado cierta falta de garra, cierta distancia en el relato.

El film lo dirige William Riead, un experto en grabar programas de “Así se hizo…” o “Making off…” de películas que ha rodado alguna que otra producción altamente indigesta como Scorpion, un film imposible de artes marciales de 1984. Dicho de otro modo, el “obstáculo” de Cartas de la Madre Teresa es que su director, pese a su empeño por realizar un retrato real y emotivo del personaje, se queda un poco corto. Esto no quita que la película sea una aproximación cercana, veraz y católica sobre el personaje, pero no es menos cierto que cinematográficamente hablando se quede un poco escasa.

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