“Travesura” fuera del Vaticano: Tocan el timbre y a la puerta el Papa
Via della Conciliazione 1, cuarto piso. Oficina de la Pontificia Comisión para América Latina. Este miércoles 13 de julio, a las 9:10 de la mañana, sonó el timbre. La campana sonó fuerte y la escuchó el puñado de sacerdotes y laicos que trabajan en esa oficina. Una de las oficiales acudió a abrir y, al hacerlo, quedó pasmada al ver parado, allí, al Papa. Una visita imprevista, también para el secretario y amigo de vieja data de Jorge Mario Bergoglio, Guzmán Carriquiry Lecour.
“El santo padre, demostrando una vez más su carácter movido por gran libertad y espontaneidad, decidió ‘darse un salto’ –como se dice en América Latina– por la Comisión”, describió un simpático relato del encuentro, publicado en la página de internet de ese organismo. “¡Buenos días! ¿Puedo pasar?”, preguntó Francisco, vestido de blanco. “¡Santo padre! ¡Qué increíble sorpresa!”, respondió la colaboradora, totalmente conmocionada.
Los dos sacerdotes latinoamericanos y las tres mujeres que prestan servicio allí sostenían en ese momento una reunión con Carriquiry para preparar el próximo Jubileo Continental de la Misericordia que se realizará en Bogotá, Colombia, en agosto. Otra de las empleadas, al ver al pontífice, corrió a toda prisa hasta la oficina del secretario (que tiene también encargo de vicepresidente) y les dijo a todos: “¡el santo padre! ¡Rápido, el santo padre!”.
El relato siguió: “La reacción demoró unos segundos, mientras tratábamos de comprender de qué se trataba. ¿Estará al teléfono? ¿Le habrá pasado algo? Pero increíblemente comenzamos a escuchar su voz mientras se acercaba por el pasillo. Nos pusimos de pie y el profesor Carriquiry se abrió paso inmediatamente para darle el encuentro casi en la puerta de su despacho. ‘Buenos días, ¿tenés tiempo para conversar un poquito?’, preguntó con toda seriedad (el Papa)”.
“Los dejamos solos mientras esperábamos afuera, notablemente sorprendidos y emocionados por el momento tan especial que estábamos viviendo. Ciertamente no es la primera vez que saludamos en persona al santo padre –la mayoría de trabajadores que llevan algunos años en una oficina vaticana han tenido más de una oportunidad para estrecharle la mano al Papa e intercambiar unas breves palabras–; pero recibirlo en la oficina en un día cualquiera y de manera completamente inesperada es algo poco usual, que deja la sensación de tenerlo cerca, muy cerca, y da la oportunidad de compartir con él un momento no protocolar, sino auténticamente familiar”, agregó.
Francisco llegó acompañado sólo por un integrante de la seguridad, quien lo llevó “en su auto”. Él contó la “increíble situación” vivida en la mañana. El líder católico salió de su residencia, la Casa Santa Marta, para una de sus habituales visitas al dentista en el Fondo de Asistencia Sanitaria, un centro médico ubicado dentro del territorio vaticano. Al terminar el pontífice dijo “quiero pasar por la CAL”. Su acompañante, perplejo, advirtió que la cosa era “muy complicada”. Pero el líder católico replicó: “Soy el Papa; no te preocupés, que estamos en las manos de Dios”.
Al salir por uno de los ingresos al Vaticano, la Porta de Sant’Anna, los guardias suizas divisaron atónitos a aquel hombre vestido de blanco en el asiento del copiloto y saludaron solemnemente. Parecía “una acción completamente natural y rutinaria”, la “primera travesura de este tipo”, añadió el escrito.
Tras la conversación privada con Carriquiry, el Papa compartió un breve diálogo con los presentes. Saludó a cada uno y demostró “una memoria impresionante”, porque sacó a relucir detalles de todos. Recordó sus tiempos de cardenal, cuando era miembro de la CAL y asistía a las reuniones plenarias. Volvieron a la memoria las “tardes de oficina” en las que Bergoglio se ofreció, más de una vez, a quedarse trabajando para ayudar en la redacción de los documentos conclusivos. Luego todos se tomaron una foto del recuerdo y Francisco les dio su bendición.
“Al final nos pareció una visita larguísima; es más, nos parece que el Papa todavía está por aquí”, concluyó la descripción del encuentro, que duró más de 40 minutos.
El relato incluyó una nota al pie, que manifestó la emoción y la alegría entre los trabajadores de ese organismo. “Esta visita del Papa a la CAL, por haber sido totalmente espontánea y ‘casual’, no debería contarse entre las visitas protocolares que el santo padre realiza a los dicasterios y diversos organismos de la Curia Romana. Por lo tanto, todavía estamos a la espera de una visita ‘oficial’ de Francisco a la Comisión. ¡Somos bastante ambiciosos y pedigüeños!”, apuntó.
Creada en 1958 y dependiente de la Congregación para los Obispos del Vaticano, esa Comisión se ocupa primordialmente de “aconsejar y ayudar a las Iglesias particulares en América Latina” y “estudiar las cuestiones que se refieren a la vida y progreso de dichas Iglesias, especialmente estando a disposición, tanto de los dicasterios de la Curia interesados por razón de su competencia, como de las mismas Iglesias para resolver dichas cuestiones”.
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