Misas de curación y liberación: ¿qué dice la Iglesia?
En el misal romano existe una sección titulada “misas por diversas necesidades”, la cual puede ser utilizada para distintas finalidades particulares. Existen también las misas especiales de plegaria, las misas para las cuatro temporadas y una misa “por los enfermos”. Pero y ¿misas para “curar y liberar”? Roma jamás promulgó un motu proprio para una misa de este tipo. Por lo tanto, si no existe en el misal romano un motu proprio para que se celebre tal culto, no se debe celebrar.
Podríamos argumentar que “todas las misas sanan y liberan”, basta el milagro eucarístico y la comunión para sanar todos los males, pero por lo que parece este mismo argumento se ve superado puesto que hay sacerdotes que utilizan argumentos expertos que van desde “estas misas se celebran de una forma diferente” hasta “dinámicas” que son introducidas al gusto del feligrés, incluso sin negar la naturaleza curativa y liberadora del sacrificio de Cristo.
Los dos argumentos mencionados tienen fallos en sí mismos, pero no los trataremos. Definamos entonces las características básicas de una misa de sanación y liberación y analicemos si su naturaleza combina o no con la doctrina de la Iglesia. En estas misas se introducen:
3. Homilías artificiales, escandalosas y desentonadas de la liturgia de la Palabra del día;
5. Exposición del Santísimo Sacramento en el ostensorio aún durante la misa, y;
6. Gestos ajenos a las prescripciones del misal romano.
En cuanto al número uno, de las oraciones de curación y liberación.
La autoridad perenne e inequívoca del Santo Padre fue ejercida por medio de la Congregación para la Doctrina de la De, en la “Instrucción sobre las oraciones para obtener de Dios la curación” en los siguientes términos:
Art. 2 – Las oraciones de curación son litúrgicas si aparecen en los libros litúrgicos aprobados por la autoridad competente de la Iglesia; de lo contrario no son litúrgicas.
Art. 3 – § 1. Las oraciones litúrgicas de curación deben ser celebradas de acuerdo con el rito prescrito y con las vestiduras sagradas indicadas en el Ordo benedictionis infirmorum delRituale Romanum. (27)
Por tanto, cualquier oración de curación que no esté ya introducida en los textos litúrgicos o que no haya sido debidamente aprobada por el obispo diocesano, conforme al Can. 838 del CDC, no son litúrgicas y no pueden ser utilizadas en la misa. De la misma manera, cualquier misa que desee rogar a Dios por la curación de los enfermos debe seguir la prescripción canónica en su forma, lo que no incluye ninguna de las otras introducciones de las que trataremos.
No es de tradición católica, y no fue tratado o autorizado por Roma en ningún documento, oraciones de “liberación” a no ser las de los ritos del exorcismo. No pudiéndose introducir oraciones en la misa ajenas a aquello que ordena la Santa Sede, nos quedaría cuestionar si al menos las de exorcismo pueden ser utilizadas para el fin de la liberación. Sobre eso dice el mismo documento:
Art. 8 – § 1. El ministerio del exorcisado debe ser ejercitado en estrecha dependencia del Obispo diocesano, y de acuerdo con el can. 1172, la Carta de la Congregación para la Doctrina de la Fe del 29 de septiembre de 1985 (31) y el Rituale Romanum. (32)
Por lo tanto, incluso en la Oración Universal la oración por la curación de los enfermos sólo se realiza cuando fuera canónicamente prevista.
En cuanto al número dos, de los cantos emotivos y no litúrgicos
Ya se ha discutido en muchos documentos oficiales de la Iglesia, algunos infalibles, cuál es la naturaleza del canto litúrgico (Quirógrafo de Juan Pablo II, “Tra le sollecitudini”, en el Documento de la 48ª Asamblea General de la CNBB, etc). Sin embargo, la “Instrucción sobre las oraciones para obtener de Dios la curación” aún dice:
Art. 9 – Quienes guían las celebraciones, litúrgicas o no, se deben esforzar por mantener un clima de serena devoción en la asamblea y usar la prudencia necesaria si se produce alguna curación entre los presentes; concluida la celebración, podrán recoger con simplicidad y precisión los eventuales testimonios y someter el hecho a la autoridad eclesiástica competente.
Para no estimular lloriqueos o estridencias, el clima de la celebración debe mantenerse el mismo en todas la celebraciones litúrgicas, principalmente de la Eucaristía: silencioso, devocional, piadoso y amoroso.
En cuanto al número 3, de las homilías artificiales, escandalosas y desentonadas de la Liturgia de la Palabra del día.
El Papa Benedicto XVI nos habla en la Sacramentum Caritatis (SC) y en la Verbum Domini (VD).
“Se ha de tener presente, por tanto, la finalidad catequética y exhortativa de la homilía” (SC n. 46). Al respecto del carácter exhortativo, la VD menciona la conveniencia “de ofrecer también, cuando sea posible, breves reflexiones apropiadas […],para ayudar a los fieles a acoger y hacer fructífera la Palabra escuchada” (n. 59).
Por lo tanto, no hay lugar en la homilética Mitúrgica para homilías como las que acostumbran aparecer en estas misas.
En cuanto al número 4, de los nuevos momentos en la acción litúrgica.
No es raro que los sacerdotes que se disponen a este espectáculo del horror en la liturgia acostumbren introducir momentos extraños en la acción litúrgica que se celebra. Segundas homilías, interrupciones a la oración eucarística, etc.
Respecto a eso la Instrucción General del Misal Romano es clara y directa (IGMR 46 a 90), indicando que la misa consta de las siguientes partes:
Ni dentro ni fuera de estos momentos la liturgia acepta innovaciones. Algunas celebraciones, en especial las pontificales, poseen de hecho momentos adicionales, sin embargo, han sido específicamente descritos por la Santa Sede en los libros litúrgicos (Ceremonial de los Obispos, Pontifical Romano, Ritual de Bendición, etc.) y se prestan a la finalidad sacramental para la que fueron creados, en conformidad con la doctrina y tradición de siempre.
En cuanto al número 5, de la exposición del Santísimo Sacramento en el ostensorio aún durante la misa.
Sobre el uso de la exposición del Santísimo Sacramento, o procesión sin el fin para el cual reza la norma, que es la adoración, la Iglesia considera ilegítimo, como está descrito, en el documento del cardenal Ratzigner ya citado anteriormente.
Si el auge de la unión con Cristo se alcanza en la comunión sacramental y ésta forma parte de la Celebración Eucarística, se debe mirar dentro de Cristo y no fuera una vez que “aquí dentro” él está más cercano que “ahí afuera”. Por lo tanto, el rito de exposición del Santísimo Sacramento no cabe en la misa (salvo en los casos pontificales presentes en los textos litúrgicos) pues distancia al fiel de esta finalidad íntima de la presencia real de Cristo en él.
En cuanto al número 6, de los gestos ajenos a las prescripciones del misal romano
“42. Los gestos y posturas corporales, tanto del sacerdote, del diácono y de los ministros, como del pueblo, deben tender a que toda la celebración resplandezca por el noble decoro y por la sencillez, a que se comprenda el significado verdadero y pleno de cada una se sus diversas partes y a que se favorezca la participación de todos.[52] Así, pues, se tendrá que prestar atención a aquellas cosas que se establecen por esta Instrucción general y por la praxis tradicional del Rito romano, y a aquellas que contribuyan al bien común espiritual del pueblo de Dios, más que al deseo o a las inclinaciones privadas.
La uniformidad de las posturas, que debe ser observada por todos participantes, es signo de la unidad de los miembros de la comunidad cristiana congregados para la sagrada Liturgia: expresa y promueve, en efecto, la intención y los sentimientos de los participantes”.
Así, creemos haber justificado conforme a la enseñanza de la Iglesia que: no se pueden realizar las misa de curación y liberación.
Envíe un comentario