Hoy el reto del amor es mirar de frente a tus interrogantes más profundos
Otro más pequeño aún, vino por la tarde. Entró en vísperas y otra vez: boca abierta. Sus padres le intentaban sacar de la iglesia, pero, aún sin cerrar la boca, decía que no con la cabeza, mientras buscaba con la mirada a alguna monja que fijase los ojos en él.
Cuando ya consiguieron que empezase a caminar hacia la puerta, la cabeza del pequeño seguía girada hacia las monjas; el padre, poniendo su mano grande sobre ella, se la puso suavemente en dirección de salida para evitar un accidente.
Crecemos y nos da reparo mirar, profundizar en aquello que un día nos tocó el corazón, aquello que se sale de lo común, de lo ordinario; de lo que desde hace tiempo vivimos, pero que por dentro tanto nos interroga.
Hay adultos que nos ven en el coro. Es como si se sintiesen interpelados y, aunque nuestra presencia interroga, algo les lleva a salir corriendo. Seguro que les surgen preguntas, pero...
El niño, sin embargo, quiere experimentar, vivir, tocar... descubrir. Y ahí se queda, esperando respuestas. A Cristo, la sencillez del niño le encantaba, y la puso de ejemplo en numerosas ocasiones.
¿Cuántas cosas, cuántos interrogantes tienes en el corazón? ¿Qué te preguntas? ¿Qué capta tu atención y en qué te frena el que te hayas hecho mayor para descubrir qué tienes dentro?
Hoy el reto del amor es que mires de frente a tus interrogantes más profundos. Como un niño, siéntate frente al Sagrario en busca de respuestas, abre la boca y siente la admiración de verle actuar, de sentir que Cristo está Vivo. Aparca por hoy los razonamientos que tantas veces te frenan a hacer lo que hacías cuando eras niño, vuelve a mirar a Jesús.
VIVE DE CRISTO
Artículo publicado en la web de las Dominicas de Lerma
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