¿Quién y cómo elabora las hostias que el Papa Francisco consagrará en Latinoamérica?
De ninguna manera. Lo que sucede es que los días se acortan para cumplir con un encargo muy especial: la elaboración de las 600.000 hostias que se distribuirán durante la única misa que celebrará el Papa Francisco en su visita al país altiplánico, y que recaerá en la ciudad de Santa Cruz el próximo 9 de julio.
Según informa el diario boliviano Página Siete, las Carmelitas de la Consagración son una de las congregaciones que viene trabajando a doble turno para tener a tiempo el preciado alimento.
De este modo quieren asegurar la comunión de los fieles, que en un número realista de los organizadores de la misa campal a los pies de la imagen del Cristo Redentor, superará el millón de personas.
Un trabajo especial
Para sor María Mercedes, del convento carmelita encargado de la elaboración de las hostias, se trabaja a doble turno, esto es, mañana, tarde y noche. Para esto han tenido que "reforzar" al equipo de religiosas con veinte voluntarias, quienes contribuyen así al cumplimiento de la meta ofrecida.
A varios kilómetros de distancia, en el pueblo de Coroico, a 60 kilómetros al norte de La Paz, las Madres Clarisas de la orden Franciscana hacen su parte de la mano de la abadesa, madre María Tomasa, quien a sus 84 años comanda el equipo de producción de las hostias artesanales.
Las monjas clarisas elaboran hostias en forma artesanal desde hace 52 años: son una humilde masa de harina y agua sin levadura.
Hostias para el Ecuador
No solo en Bolivia se viene trabajando a toda máquina en la elaboración de las hostias, sino que se hace lo propio en el Ecuador. Allí, debido a las dos misas que presidirá el Papa Francisco en Quito y Guayaquil, se han producido grandes cantidades de hostias porque el requerimiento fue de medio millón de formas.
Fue así que el encargo recayó para Quito en las religiosas de clausura del Monasterio del Carmen Alto, en el centro histórico. Mientras, para Guayaquil fue encomendado a las monjas del Monasterio de Santa Clara, en la calurosa ciudad de Daule.
También se han unido en esta producción, aunque en menor proporción, los conventos y monasterios quiteños de las carmelitas, concepcionistas, las catalinas y las agustinas, así como las monjas de la Visitación y de Santa Clara, entre algunas otras.
En el caso del Monasterio de Santa Clara en Guayaquil, las religiosas están encargadas de elaborar no menos de 250.000 hostias para la misa en el Parque Samanes. Su trabajo es conocido en la región, dado que junto a las hostias, producen panes de pascua y bordan vestiduras litúrgicas como medio de subsistencia.
Divino manjar
La elaboración de las hostias, sean para el celebrante o para la distribución de los fieles, no puede ser visto tan solo como un proceso industrial. Dado su destino, como es la transustanciación en el cuerpo de Cristo, su confección tiene de humano y de divino...
¿Cómo se elaboran las hostias?
Según relató la madre Verónica de la Santa Faz, priora del Carmen Alto al diario El Comercio de Quito, las hermanas trabajan desde las 4 y 30 de la mañana, cuando cinco de ellas se turnan para poner en la batidora industrial el agua y la harina de trigo por algunas horas.
Una vez que la mezcla está lista, a partir de las 8.30 a.m., explica la madre, se extiende en una máquina de cocción de hostias que mantiene una temperatura de 170° C. De esta forma, el agua de la mezcla se evapora y permite que las láminas sean secas y crujientes para el respectivo corte.
Un siguiente paso, explica el relato, es apilarlas y humedecerlas con agua, para evitar que se quiebren. Acto seguido, las religiosas del convento revisan manualmente cada una de las formas para elegir las mejores.
Como se ve, el proceso no deja nada al azar. Más aún si será la base del "Pan vivo bajado del cielo".
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