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Sacerdocio, Eucaristía, Mandamiento del Amor; los tres regalos del Señor: Semana santa de los crucificados

Por P. Prisciliano Hernández Chávez, CORC.

Jueves Santo, Misa Vespertina de la Cena del Señor

La oración colecta, clave para adentrarnos en la celebración: “Dios nuestro, reunidos para celebrar la santísima Cena en la que tu Hijo unigénito, antes de entregarse a la muerte confió a la Iglesia el nuevo y eterno sacrificio, banquete pascual de su amor, concédenos que, de tan sublime misterio brote para nosotros la plenitud del amor y de la vida…” (Misal Romano).Aquí está dicho todo el sentido de la liturgia de esta tarde.

En el contexto de la cena pascual judía, en el marco de la “haggadáh”, narrativa de la liberación de Egipto según se describe en el Éxodo           (12,1-9.11-14) , Dios que libera a su pueblo de la esclavitud egipcia y que debían celebrar año con año en el día 14 mes lunar del “nisán”. En esta cena se bendice a Dios, berakhá, o eucaristía,- bendecir a Dios, dandole gracias, euxaristai. Cristo será el Cordero Pascual quien entrega su cuerpo y sangre para redención de “los muchos”, es decir de todos. El se entregó a sí mismo como víctima de propiciación de nuestros pecados; diríamos, realiza un “ot”, es decir un signo profético que implica la realidad incruenta de su sacrificio, en el pan y en el vino, para ser la comida sacrificial de la pascua y la Pascua misma. El nos involucra en su misterio de entrega: Él es Nuestro Cordero, el es nuestra Pascua. El es vida de nuestra vida. Nuestra vida es para entregarla así como la entregó Jesús, en el misterio del amor como entrega total. De aquí el tercer regalo del Señor, su mandamiento del Amor. “Ámense como yo los he amado”. Solo así traducimos en nuestra propia vida, la Vida del Señor. Aquí está nuestra fuerza, no otra. Aquí está la Buena Nueva del Señor, el Evangelio de la Salvación. Amen como yo; si estamos con el Señor, hemos de amar como Él, y hacerlo presente en nuestras palabras y en nuestra vida, lejos de moralismos, con una vida humilde, sencilla y de servicio.

Sacerdocio, Eucaristía, Mandamiento del Amor; los tres regalos del Señor, que recordamos en el Jueves Santo. Así se autodona a a nosotros. Él ha puesto su sello en todos y en cada uno de estos dones para decirnos : “te amo, te quiero”, estoy contigo, sufro contigo. Vives la pascua conmigo en el tiempo y después en la eternidad. Esta pascua de la pandemia, es mi pascua. María Santísima nos ayudará a profundizar y valorar los tres regalos de su Hijo, en su única, eterna y definitiva Alianza de su entrega  actualizada en nuestra propia carne y en nuestra propia vida.

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