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Despejemos nuestra mente y corazón

Es importante liberar sustancias que generen felicidad.

Por Mónica Muñoz

Ahora que tenemos que estar en confinamiento forzoso y con incertidumbre, porque no sabemos hasta cuándo se reanudarán las actividades, el escenario que se presenta ante nosotros es desolador; las cifras del estrés y la violencia intrafamiliar lo comprueban, pues algunas fuentes en la red, citando a especialistas en psiquiatría, hablan de este fenómeno como “síndrome de cuarentena”, que consiste en “la manifestación de ansiedad, temor, agresividad, apatía o incredulidad”.

 Y que se ve agravado por el distanciamiento social, que es el aislamiento que debe mantenerse respecto a las demás personas, el cual puede detonar en consumo de drogas, tabaco o alcoholismo.

Definitivamente, necesitamos trabajar en nuestras actitudes, entender que esta situación es pasajera y que pronto volveremos a la normalidad, pero es imprescindible que todos pongamos nuestro granito de arena para que sea posible.

Más bien, es tiempo de recordar lo bueno que tenemos en nuestra vida y alejar los pensamientos pesimistas, pues nada más aumentan nuestra angustia y pueden provocar tensiones entre los miembros de la familia.

Una manera muy eficaz para relajarnos es hablar con las personas. El diálogo permite desahogarse y mantiene la mente alejada de los problemas, sobre todo si se pone a trabajar en recuerdos bonitos. En mi caso, evoco los juegos que teníamos mis hermanos y yo con mis papás durante mi niñez, cuando ocasionalmente se iba la luz. Era la época en la que solo había televisión para entretenernos antes de ir a dormir, así que, aprovechábamos para jugar a las “escondidas”, en lo que se restablecía la energía eléctrica.

Platicar nuestras experiencias nos llena el corazón y provoca que sustancias como las endorfinas se liberen en nuestro organismo, dando una agradable sensación de bienestar y felicidad.

Hablar es una buena terapia, y, por supuesto, también lo es alejarse por un buen rato de las redes sociales porque están invadidas de sobreinformación que, muchas veces, resulta ser falsa. Por salud, despejemos nuestra mente de la basura virtual.

Y, por supuesto, hagamos ejercicio del corazón. ¿Cómo? Vienen tiempos difíciles, pues la falta de trabajo ha provocado que mucha gente que vive al día no tenga manera de llevar el sustento a sus casas. La tristeza los invade y, si tenemos la posibilidad, podemos ayudar a que sus penas sean menos, compartiendo lo que tenemos con ellos.

Ciudadanos conscientes de esta realidad se han organizado en distintas ciudades para reunir alimentos y distribuirlos entre los más necesitados.

Publicado en la edición semanal digital de El Observador del 19 de abril de 2020 No.1293

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