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La estatura muy humana de un místico

El día 14 de diciembre la Iglesia celebra la memoria litúrgica de san Juan de la Cruz, místico, amigo de santa Teresa de Jesús y reformador del Carmelo masculino.

Vivió en la Tierra durante 49 años, pocas décadas que supo aprovechar para lograr un gran avance espiritual y dejar plasmado todo aquello por escrito, de forma exquisita, a fin de ayudar a otros. Por ello fue declarado Doctor de la Iglesia por el Papa Pío XI en 1926.

Hijo de Gonzalo de Yepes y de Catalina Álvarez, nació el 24 de junio de 1542 en Fontiveros, Ávila (España). Quedó huérfano de padre a los 4 años.

Su madre, su hermano Francisco y él vivieron en la pobreza. Quizá por la desnutrición Juan no alcanzó mucha estatura, según se dice, y ésta sería la razón por la que santa Teresa de Jesús lo llamaba «mi medio fraile».

Estudió en un «Colegio de los Niños de la Doctrina», y a los 9 años en un colegio de jesuitas. Continuó estudiando con ellos hasta los 21 años de edad.

Quiso ser religioso

Fue entonces que se decidió a ingresar en la Orden de los Carmelitas, en Medina del Campo, tomando el nombre de fray Juan de San Matías. Fue enviado a Salamanca para estudiar, pues, aunque él deseaba ser hermano lego, sus superiores decidieron que sería sacerdote. Regresó en 1567 a Medina por unos días para ser ordenado presbítero, y fue entonces que conoció a santa Teresa, quien había llegado para fundar una congregación de carmelitas descalzas y le habló a él de reformar la rama masculina.

Como a Juan no le gustaba cómo se vivía en ese entonces la orden contemplativa carmelita, que era muy relajada, él había obtenido permiso para observar la regla original del Carmelo, que era mucho más estricta. Pero tras conocer a Teresa decidió unirse al movimiento de la santa, lo que lo convertiría en cofundador de la Orden de los Carmelitas Descalzos. Sólo que ambos se toparon con gran hostilidad de parte de los carmelitas calzados.

En 1568, en Ávila, pudieron fundar el primer convento de la rama masculina del Carmelo Descalzo. Fue entonces que él cambió su nombre por el de fray Juan de la Cruz.

Convertido después en rector del recién fundado Colegio de Carmelitas Descalzos de San Cirilo, en Alcalá de Henares, supo inspirar a los religiosos e1 espíritu de soledad, humildad y mortificación.

Vinieron las pruebas

Pero Dios, que quería purificarlo de todo apego humano, lo sometió a grandes pruebas: después de haber gozado la gracia de la oración contemplativa, entró en un período de sequedad espiritual, que fue acompañado de ataques del demonio y calumnias de los hombres.

Tenía 30 años cuando, invitado por santa Teresa, se fue al convento de la Encarnación, en Ávila, donde fue vicario y confesor de las monjas por cinco años, y acompañó a la santa en más fundaciones.

Para entonces se habían producido conflictos de jurisdicción entre calzados y descalzos. Y como el prior general, el Capítulo General y los nuncios papales daban órdenes contradictorias, aquello era un caos. En 1575, el Capítulo General de los Carmelitas decidió suprimir los nuevos conventos y que la madre Teresa de Jesús fuera recluida en un convento. En cuanto a fray Juan, en 1577 el provincial le ordenó que retornara a Medina, pero el santo le informó que no podía hacerlo porque estaba destinado a Ávila por orden del nuncio del Papa; entonces el provincial envió a un grupo de hombres armados que irrumpieron en el convento y se llevaron a san Juan por la fuerza a Toledo para que compareciera ante un tribunal de frailes calzados a fin de retractarse de la reforma teresiana. Como no se retractó, lo encerraron en una celda conventual de dos por tres metros, donde estuvo durante nueve meses. La única ventana era tan pequeña y tan alta que el santo, para leer el Oficio, tenía que pararse sobre un banquillo para que le diera la luz.

Por orden del vicario general de los carmelitas de España, fue golpeado tan brutalmente que conservó las cicatrices hasta la muerte.

Fue durante este encierro que escribió el Cántico Espiritual, donde describió justo cómo se sentía:

«¿En dónde te escondiste, Amado, y me dejaste con gemido? Como el ciervo huiste, habiéndome herido; salí tras Ti clamando, y eras ido».

Ni siquiera le dejaban celebrar la Eucaristía. Pero en la noche del día de la Asunción, la Santísima Virgen se apareció y le dijo: «Sé paciente, hijo mío; pronto terminará esta prueba». Días más tarde se le apareció de nuevo y le mostró, en visión, una ventana, y le dijo: «Por ahí saldrás y yo te ayudaré».

Entonces, por primera vez, le permitieron a Juan hacer unos minutos de ejercicio. Él recorrió el edificio en busca de la ventana que había visto. La reconoció y volvió a su celda. Aflojando las bisagras, esa misma noche abrió la puerta y escapó descolgándose con una cuerda que había fabricado con sábanas y vestidos.

Estuvo luego en varios lugares y ocupó diversos puestos. En1580 los carmelitas descalzos se convirtieron en una provincia separada de los calzados. Por esos años san Juan de la Cruz se dedicó a escribir varias de sus obras.

ÚLTIMOS SUFRIMIENTOS

Luego un par de frailes a los que fray Juan de la Cruz había tenido que corregir, fueron a acusarlo diciendo que tenían pruebas de que la vida y conducta de él ameritaban su expulsión. A causa de esto, en 1591 el santo fue destituido de todo cargo.

En medio de esto, san Juan de la Cruz enfermó para ya no recuperarse. El provincial lo asignó al convento de Úbeda, donde el superior lo trató inhumanamente y prohibió a los frailes que lo visitaran. En esas condiciones murió el santo a la media noche de entre el 13 y el 14 de diciembre.

Su muerte trajo consigo la revaloración de su vida, y tanto el clero como los fieles acudieron en masa a sus funerales. Su cuerpo permanece incorrupto.

La causa de beatificación y canonización de san Juan de la Cruz se abrió en 1627. Fue beatificado en 1675 por el Papa Clemente X y canonizado en 1726 por el Papa Benedicto XIII.

Su voz

  • «El alma que quiere que Dios se le entregue todo, se ha de entregar toda, sin dejar nada para sí».
  • «El que no busca la cruz de Cristo, no busca la gloria de Cristo».
  • «El más puro padecer trae y acarrea más puro entender».
  • «En el ocaso de nuestra vida seremos juzgados en el amor».
  • «El que no ama ya está muerto».
  • «El amor sólo con amor se paga».

TEMA DE LA SEMANA: ASÍ ERA FRAY JUAN DE LA CRUZ

Publicado en la edición impresa de El Observador del 15 de diciembre de 2019 No.1275

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