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Elecciones en España: Es turno de escuchar al “otro”

Las elecciones generales españolas del domingo han complicado más la posibilidad de formar gobierno que las elecciones de abril pasado. Repetir las elecciones, por parte del presidente socialista Pedro Sánchez, no ha sido un acierto. Con los resultados de abril no quiso hacer un gobierno de coalición con la formación de extrema izquierda Unidas Podemos, y cuando toda la sociedad pedía un pacto entre los socialistas y Ciudadanos, un partido liberal joven, que no quiso pactar con socialistas.

El líder de este partido, Albert Rivera, no quiso pactar con Pedro Sánchez. Ha presentado su dimisión, después de perder 47 diputados y pasar de 57 a 10. Ha anunciado un congreso general del partido y que se retira de la política, con solo 39 años.

Después de las elecciones de abril pasado, se creó un bloqueo político y no había manera de formar gobierno, porque Pedro Sánchez quería gobernar solo, sin coalición, solamente con apoyos externos o dando cargos relumbrantes a los que le apoyaban siempre que no fueran ministros. Así que Pedro Sánchez decidió convocar elecciones de nuevo para el 10 de noviembre, con el fin de obtener una “mayoría suficiente” que le permitiera gobernar en solitario, sin coalición. “Que hablen los españoles”, dijo. Y han hablado.

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El resultado electoral no ha dado a Pedro Sánchez lo que esperaba, ha perdido tres diputados en el Congreso y la mayoría absoluta en el Senado. En la noche electoral reiteró que rompería el “bloqueo político” presidiendo un “gobierno progresista”, pero sin el apoyo de “quienes siembran el discurso del odio” (en relación directa a Vox y a los independentistas catalanes radicales).

En resumen, en la contienda electoral del domingo el PSOE, el partido socialista, ganó las elecciones y formará gobierno, con el apoyo de partidos de izquierdas y centro-izquierda, más los nacionalistas vascos y varios partidos regionalistas o partidos provinciales. Será un gobierno complicado, inestable, débil, que difícilmente podrá acabar la legislatura.

Al otro lado del gobierno estarán el Partido Popular (centro-derecha), que ha ganado 22 escaños (de 66 ha pasado a 88, pero sin alegrías), el partido de derecha Vox (que ha pescado muchos votos del PP y de Ciudadanos, y se ha convertido en el tercer político español) y los partidos independentistas catalanes y los vascos de EH Bildu, herederos de ETA.

Vox, con 52 escaños, va a tener que demostrar que sus votos sirven para algo. Es la derecha populista que se ha alimentado por la estulticia de una derecha dubitativa y corrupta, y ha pescado muchos votos en el Partido Popular y en Ciudadanos que en el último momento dudaba en si pactar con el PSOE.

En Cataluña, el territorio díscolo, ha ganado Esquerra Republicana de Cataluña, independentista, si bien ha perdido dos diputados, seguido por los socialistas y por los independentistas más radicales de JxCat, los herederos de Jordi Pujol, que han sumado 8 diputados cuando tenía 7, evitando así una caída cada vez mayor en cada consulta electoral. La mayoría de votos, en Cataluña, ha ido a parar a formaciones que no son independentistas, aunque estos hayan crecido unas décimas, por lo que la mayoría social independentista no llega. Cataluña sigue dividida.

El lunes, los independentistas catalanes radicales ya cortaron las carretera y autopista que une con Francia, demostración de que el problema de orden público va a continuar. Sin duda, el mayor problema político de España es el secesionismo catalán, que ha estado al centro de la campaña electoral.

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Para resolver este y otros temas de gran calado, como las pensiones, la vivienda, un pacto nacional por la enseñanza, etc., se requieren grandes dosis de consenso, que, en España, a nivel nacional, han faltado, como faltan en España líderes de verdad, que sepan dialogar, que busquen el interés general, que trabajen a lago plazo, y que no construyan políticas de regate corto, descrito en términos futbolísticos, porque esto sería pan para hoy y hambre para mañana.

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