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Venezuela, “el peor lugar para envejecer” debido a la crisis humanitaria

Ninguna persona está por encima de otra para juzgarla por lo que fue en sus años mozos; por lo que hizo o dejó de hacer. Las decisiones personales van colocando a cada quien en su justo lugar, y en la medida en que se va envejeciendo la evaluación personal dirá si sus decisiones y actuaciones fueron correctas o erradas.

Lo que no puede es existir un Estado, una sociedad y una familia que abandonen a estas personas y sean indolentes con quienes, antes bien, por su condición de ancianidad, deberían respetar hasta el final de sus días.

Los ancianos son el reservorio moral de los tiempos pasados. Sus testimonios enseñan, enriquecen y hasta pueden enrumbar hacia mejores conquistas y formas de vida. En Venezuela, se les ve hundidos en sus pensamientos, caminando despacio, agarrados de un bastón o sentados en algún lugar. Están agotados por las enfermedades y el hambre.

Algunas historias de nuestros viejos

En el costado de una acera en Guarenas, estado Miranda, estaba Nelson Enrique, de 74 años de edad. Dijo que era profesional de la litografía, pero su cuñado descubrió en él cualidades de músico porque tocaba varios instrumentos y hasta cantaba, lo cual dejó evidente al interpretar la gaita marabina Mi nostalgia. Desde joven y desempeñando el oficio de litógrafo se incorporó al ambiente musical festivo como ayudante en las orquestas Billos Caracas Boys, Dimensión Latina y Sexteto Caracas, según contó a Aleteia.

Tuvo sus oportunidades de tocar, cantar y disfrutar de la gran vida en un momento que no volverá. Ahora vive de los recuerdos y duerme en cualquier rincón donde lo agarre la noche. Pero Nelson Enrique tiene el deseo de ir a un ancianato, porque sabe que la calle no es fácil. “Iré a trabajar y no estar echado en una cama”, sostiene, sin embargo, conseguir espacio en un ancianato no es nada fácil en estos en la Venezuela de la crisis humanitaria.

El dolor de ser anciano en Venezuela, en imágenes

Quien sí tiene algo de comodidad es Jorge Zambrano, de 70 años de edad. Precisa a Aleteia que “los años no pasan en vano y hay que aceptar las etapas de la vida”. Él vive desde hace siete años en el ancianato “Madre Teresa de Calcuta” de Mamera III, en Caracas, junto a otros 86 ancianos. El centro es de la Fundación El Buen Samaritano, una institución católica fundada y dirigida hace 18 años por el padre Vicente Mancini.

Zambrano es arquitecto y publicista, profesiones a las que dedicó gran parte de su vida. Tuvo una hija pero fue asesinada hace seis años y de ella tiene tres nietos que viven fuera del país. “Cuando me quedé solo, empecé a vivir en la calle. Una prima me llevó al ancianato y allí me quedé”, narró este servicial abuelo. Lamentó la crisis que afecta al país y dificulta el funcionamiento del geriátrico por las repetidas fallas de los servicios públicos.

Por su parte, Nancy Chirinos, de 66 años, también residenciada en este refugio religioso, afirmó sentirse triste porque está sola sin sus dos hijos varones que decidieron quedarse en Maracaibo con sus compañeras de vida y abandonarla. Tiene un año viviendo en el geriátrico donde encontró un hogar que comparte junto a personas contemporáneas con ella, y que están en situación similar: solas o abandonadas y enfermas.

Nelson Enrique, Jorge Zambrano y Nancy Chirinos forman parte de los más de 4 millones de personas de la tercera edad registradas en el país y que sufren en carne propia los padecimientos del resto de la población venezolana: se les niega la salud, la alimentación y una calidad de vida digna. A ellos se les suma el abandono y la indolencia del Estado.

El informe de Convite y la Vejez en Riesgo

Este es el contexto en el cual la asociación civil Convite, presentó el 29 de agosto pasado los resultados del proyecto de Monitoreo del Acceso a la Salud en Venezuela y la Vejez en Riesgo, evidenciando con cifras la cruda realidad que padecen los abuelitos. Muchos de estos hombres y mujeres que ya cumplieron “su vida útil” para la sociedad, ahora son abandonados a su suerte en los geriátricos o en sus residencias, ante la migración forzada de sus familiares que buscan nuevas esperanzas de surgimiento en otros países.

El estudio se realizó en ocho ciudades del país: Mérida, Valencia, Puerto Ordaz, Caracas, Ciudad Bolívar, Maracaibo, Barquisimeto y Coro donde se hizo un seguimiento al problema de la escasez de medicinas especialmente en la población de la tercera edad.

De acuerdo al reporte, el desabastecimiento de medicinas ronda el 80 por ciento, especialmente en fármacos destinados a combatir enfermedades propias de este grupo etario como la diabetes, hipertensión, diarrea, trastornos neuróticos, psíquicos y problemas respiratorios. La situación merma la calidad de vida y los viejitos tienen que decidir entre comprar comida o medicinas, especialmente quienes cobran la pensión del seguro social.

Luis Francisco Cabezas, director general de Convite, señaló que ante la gran escasez de medicamentos, las personas se ven en la obligación de sustituir o suspender sus tratamientos con el consumo de hierbas para hacer frente a sus malestares o enfermedades.

Además, hizo referencia al surgimiento de los “mercados informales de medicinas de dudosa procedencia”. Los ancianos se niegan a asistir a sus consultas médicas por no tener dinero para adquirir los medicamentos, y prefieren practicar la medicina naturista. Un factor para esta realidad se vincula con las farmacias que cada día son cerradas por el alto costo de los productos, y el poco acceso que la población tiene de los mismos.

En torno al tema de la alimentación, Convite formuló serias críticas a la distribución de las cajas Clap, debido a que no ofrece productos de calidad para mitigar el hambre del venezolano que cada día se hace más aguda por sus altos precios y escasez.

¿Ancianatos o depósitos de seres humanos?

Según el estudio, entre marzo y julio de este año fueron analizados 93 establecimientos de atención a los adultos mayores, en los que existen 1677 mujeres y 99 hombres. La capacidad máxima instalada es de 3.040. La realidad es evidente: “Los ancianatos no escapan a la dura realidad que se percibe en el país”, exclamó el directivo de Convite.

“La falta de los principales servicios públicos como agua, gas, electricidad; la escasez de medicamentos y alimentos generan el cierre de estos establecimientos, o no permite el ingreso de personas de la tercera edad, por carecer de condiciones para su atención”.

Precisó que en Caracas, en 2015, funcionaban 120 ancianatos y en lo que va del año 2019 ha cerrado el 30 por ciento, es decir unos 30 establecimientos, como consecuencia de la crisis humanitaria venezolana. Otros datos hablan que 382 personas recluidas en centros de atención del adulto mayor, algunos de los cuales son de carácter privado; dependen del IVSS, como también de donaciones de instituciones. 342 personas no gozan de pensión; mientras que 79 cuentan con pensión internacional, y la movilidad reducida es de 926.

Cabezas señaló que “los ancianatos se han convertido en depósitos de seres humanos”, donde la gran mayoría de los familiares los dejan allí abandonados por varias razones: no tienen recursos para mantenerlos o se van del país a buscar nuevas oportunidades de vida. “Sus familias, ofrecen datos falsos de los abuelitos, los dejan con una bolsa llena de ropa, con sus documentos y los olvidan a su suerte”, contó con dolor.

Muertes violentas contra los adultos mayores

Convite presentó el estudio referido a la Victimización de los Adultos Mayores, el cual arrojó los siguientes datos: en el 2018 perdieron la vida en situaciones violentas 353 adultos mayores; 163 en homicidios intencionales como el robo de sus pertenencias y el dinero recaudado en la pensión de vejez. Se reveló que las viviendas de los ancianos no cuentan con seguridad, y la gran mayoría viven solos, por tanto, son blancos del hampa reinante.

Igualmente, se detectaron 170 homicidios culposos; 58 murieron por arma de fuego y 17 por asfixia. En ese orden, los estados en los que se registraron mayores números de homicidios de ancianos fueron Zulia, Aragua, Miranda, Trujillo, Vargas, Falcón y Carabobo. Y los meses más violentos fueron febrero, marzo, mayo, julio y noviembre del año 2018. La gran mayoría de los victimarios de los ancianos son sus hijos u otro familiar que les arrebatan sus propiedades, le quitan sus dólares y sus viviendas.

Luis Francisco Cabezas comentó que Venezuela es el peor país para envejecer, y el gobierno de turno no tiene políticas de desarrollo para cuidar a este grupo social, como tampoco hay personal especializado. Sin embargo, pese al agravamiento de la situación no desmayarán en la lucha por la defensa de los derechos humanos de los más desvalidos.

Según el portal de la ONG, Convite es una asociación civil fundada en febrero de 2006, cuya misión principal es trabajar por la garantía y ejercicio de los derechos sociales, económicos, culturales, la inclusión social, la equidad, la participación y la atención integral de niños, niñas y adolescentes, jóvenes, mujeres, hombres, personas mayores y personas con discapacidades. Indican que la palabra “Convite” significa: “reciprocidad, ayuda mutua y trabajo en conjunto. ¡Por eso todos son bienvenidos al Convite!”.

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