Tareas escolares: ¿Hay que supervisar a los niños o no?
Según Denis Sonet, de Edifa, este es un problema clásico: una pareja debe darse cuenta de que dada la complejidad de educar a los niños, no es sorprendente que ambos tengan puntos de vista diferentes o incluso opuestos en este área. Si fuera suficiente, para obtener un cierto resultado, supervisar a los niños o, por el contrario, si fuera suficiente dejarlos solos, ¡los padres respirarían tranquilos!
Por lo tanto, es importante en una pareja aceptar diferentes, en este área como en tantas otras, y hacer un esfuerzo para tener en cuenta la opinión del otro. Esto permitirá a todos contrastar su propio punto de vista, modularlo o enriquecerlo con un el del otro. ¡Y nadie tiene la piedra filosofal que garantice que un hijo no caerá en las drogas o se apasionará por sus estudios!
Segunda observación: es apropiado que ambos puedan comprender mejor las razones profundas detrás de su forma de educar. En este caso, quizás la esposa tiene una inmensa preocupación por el éxito educativo de sus hijos, y eso está relacionado con su propio sufrimiento porque no ha podido llevar a cabo los estudios con los que soñaba. Mientras que su esposo, por su parte, ha tenido una experiencia diferente: un éxito profesional que no ha dependido de grandes estudios universitarios.
Quizás sea bueno entonces dar un paso atrás del propio pasado, y que los padres dejen de proyectarse sobre sus hijos. Sobre todo porque la situación ya no es la misma.
Diálogo indispensable
Tercer comentario: si la pareja no dialoga, si cada uno no acepta el punto de vista diferente del otro, inevitablemente entrarán en un círculo vicioso de enfrentamiento. Detectar el círculo vicioso, tomar conciencia, con humor, del escenario en el que uno se ha encerrado, le permite a uno “relajarse” y aclarar los roles de cada uno.
Dicho esto, el problema del trabajo escolar sigue sin resolverse: ¿cómo podemos motivar a los niños que no tienen una atracción extraordinaria por los estudios? Tema de actualidad en un mundo donde la posibilidad de desempleo no es muy estimulante para los jóvenes.
No parece que la obsesión por el éxito, el “acoso escolar”, sea muy efectiva. Estar constantemente encima de los niños es darles a entender que los estudios son inevitablemente algo desagradable, que no pueden ser atractivos por sí mismos, ya que requieren que el estudiante sea “azotado” sistemáticamente, como el caballo para tirar del arado.
Es importante que el niño sepa que tenemos fe en sus habilidades. ¿No catalogamos a los hijos demasiado rápido diciendo que uno es bueno en matemáticas, el otro no es bueno en lengua? Sin embargo, la psicología moderna parece mostrar cada vez más que lo adquirido es más importante que lo innato. Entonces, nunca hay que desesperarse, es necesario saber cómo esperar hasta la hora en que un niño descubra su motivación.
Es obvio que un estímulo material (una suma de dinero, un regalo deseado por el niño) puede “motivar”, pero siempre que no sea lo habitual. Es el regalo “salvaje”, espontáneo, imprevisto, que viene a recompensar al niño en el momento en que no necesariamente lo espera.
Pero lo esencial es el clima de admiración y optimismo que sabemos crear alrededor del niño. Cuántas carreras han sido elegidas después de un testimonio de éxito … ¡Nunca diremos bastante lo motivadora que es la admiración de un padre! ¿Platini y Borg se habrían convertido en los campeones que serían si su padre no hubiera estado al borde del campo para aplaudirlos calurosamente?
El papel de los padres puede ser castigar si es necesario, pero es especialmente transmitir un soplo de entusiasmo por las maravillas de la Creación … que los estudios pueden ayudar a descubrir. Cuando el niño todavía es pequeño, podemos transmitirle esta sed de descubrir, admirar y luego crear.
En cuanto al futuro, evitemos caer en la trampa. ¿Acaso podemos prometer a los jóvenes de hoy que mañana tendrán un gran trabajo que les hará ganar dinero? Lo importante es que una persona joven que tiene algo en su corazón puede vivir una vida emocionante.
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