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“Pequeña Victoria”, la serie que muestra los problemas del alquiler de vientre

El alquiler de vientre es una técnica de reproducción asistida también conocida como ‘maternidad subrogada’. Supone, vía fecundación in vitro o natural, la gestación de un niño en un vientre de una persona que, según pautó con otra, no estará a cargo de la crianza ni tendrá a priori vínculo afectivo con él. Aunque en algunos países está explícitamente prohibido, en otros aún no fue legislado, y en algunos está autorizado. En algunos casos solo para casos de matrimonios con inconvenientes de fertilidad, en otros sin necesidad de haber vínculo familiar.

Una serie de televisión que acaba de ser estrenada en la Argentina, “Pequeña Victoria”, introduce como eje de su trama el nacimiento de una niña concebida por esta técnica, mediante fecundación in vitro, en una clínica de fertilización. Con una complicación adicional.

Quien solicita el embarazo para poder tener una hija, la cliente de la clínica, es una empresaria exitosa, trabajadora compulsiva, que no ha tenido tiempo de priorizar una familia. Quien lleva en su vientre a la niña sufre un complicación durante el parto, por lo que genera un vínculo especial con la neonata de la que no se desprende. Quien donó el esperma, ante el nacimiento prematuro de la niña, es convocado para estar solicito a la donación de sangre. Resulta que es una ‘mujer transexual’.

Las tres personas, a partir del parto prematuro, terminan involucrados en la crianza de su hija: una por haber donado el óvulo, otra por el espermatozoide, y otra por haberla llevado en su vientre durante el embarazo, pese a que el contrato firmado en la Clínica la obligaba a desprenderse del niño. A ellas se les suma una conductora de Uber, quien termina asociada al trío de mujeres que asumen la crianza de Victoria.

Presentada como una comedia romántica, en la que se desandarán amoríos e historias como en cualquier telenovela, la serie presenta algunas escenas que curiosamente en algunos presentarán estupor y consternación, y en otros celebración por presentar como normal una circunstancia que esperan sea una realidad frecuente: por ejemplo, cuando el obstetra le dice a la cliente que está embarazada, ante la mirada de la ‘gestante’, a quien también felicitan pero rápidamente retruca que no es suyo.

La actriz Inés Estevez, una de las protagonistas de la serie, se congratuló de que la ficción “habla de cómo el elemento femenino ya no necesita de uno masculino para que la salve y rescate sino que pueden transitar juntos”. “Lo que trata y muestra son intereses muy importantes que están relacionados a los tiempos que correr con la nueva manera de ‘maternar’, ‘paternar’, las nuevas familias, las diversidades, aceptación, inclusión…”, expresó en el programa PH, de Telefe, misma señal en la que se emite la serie.

El alquiler de vientre si bien no está prohibido explícitamente en la Argentina, como aclaran sus promotores, tampoco está legislado. Fue deliberadamente dejado de lado durante las discusiones que llevaron al último Código Civil y Comercial promulgado en 2014, y su resistencia en parte del mundo no proviene solo de sociedades que algunos puedan considerar moralmente conservadoras. El mismo cuerpo de la mujer, en ocasiones en situación de vulnerabilidad necesitando el ingreso por prestar su cuerpo para llevar adelante el embarazo, son dilemas que las sociedades consideradas a sí mismas progresistas aún no han terminado de resolver.

La serie, aclaran sus autores y artistas, promueve la instalación del alquiler de vientre en la agenda pública. Encarnando en personajes afables que expresan querer lo mejor para el niño y son sumamente solidarios entre sí, proponen repasar una discusión hasta ahora adversa para sus intenciones de reglamentarlo. Pero al hacerlo, al menos en estos primeros episodios, dejan de manifiesto algunas de las circunstancias y consecuencias dramáticas, por más que aborden el tema con humor y con buenas interpretaciones.

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