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El divorcio de los hijos: ¿cómo hacerle frente?

Vuestros hijos están casados, para bien y para mal, y lo malo ha llegado. Las estadísticas de separación les dan una probabilidad entre tres, pero el anuncio de su divorcio sigue golpeando como un auténtico maremoto. Su nacimiento fue emotivo, su matrimonio un cambio en vuestra relación como padres. ¿Cómo afrontar la noticia de la separación de vuestros hijos? ¿Cambia algo el tener fe? Padres y psicólogos comparten sus consejos para hacer frente al divorcio de alguno de vuestros hijos.

Previsible o no, el anuncio de una ruptura produce un impacto, una especie de insensibilidad que protege de la oleada de emociones, seguida de una fase de negación que impide creer lo sucedido: “Esto no es posible, no con nuestros hijos, seguro que cambian de opinión”.

Las siguientes fases son las típicas de un duelo, por la pérdida de la pareja de los sueños del hijo o la hija, y para superarlas tal vez sea necesaria ayuda, ya que puede ser insoportable y frustrante ver sufrir a los hijos.

“¿Dónde nos hemos equivocado en su educación?”. Puede pasar que, objetivamente, hayáis consentido demasiados caprichos a vuestro hijo o hija y que, a raíz de eso, no soporte la frustración o que, al contrario, tenga tanto miedo a vuestros gestos de afecto que se haya casado en cuanto ha tenido oportunidad. Esto podría ser, en todo caso, lo que os decís vosotros, y es mejor si se lo explicáis a alguna persona de confianza antes que guardarlo en vuestro interior, con peligro de somatizarlo.

Sin embargo, un matrimonio duradero no es consecuencia directa de la educación recibida, y tampoco un matrimonio fracasado. El padre Denis Sonet lo describe: “La falsa culpabilidad se siente en situaciones donde no podríamos haber evitado un drama”.

No sois responsables del divorcio de vuestro hijo, no más que de sus éxitos académicos. En los dos casos habéis desempeñado una función, pero es él, o mejor dicho en el contexto de un divorcio, ellos, quienes son corresponsables de su situación. Culpabilizaros demasiado os pone en riesgo de replegaros sobre vosotros mismos y de amargaros, mientras que vuestra familia os necesita.

Anne y Claude no viven en absoluto de la misma forma la separación de su hijo, y es un auténtico suplicio. Él está “preparado para todo con tal conservar el contacto con su hijo”, ella “no soporta ver como él renuncia completamente a su nieta como si fuera normal que otros se ocuparan de ella en su lugar”. Han ido a consultar a un consejero matrimonial para superar juntos su conflicto, con la voluntad de aprender a aceptar las diferencias en sus reacciones. El tema ya no es tabú entre los dos y pueden hablar del asunto sin herirse.

Hay que dejar de buscar un culpable. Luc ha establecido esta regla de oro después del divorcio de su hijo, porque es algo que solo “añade más sufrimiento”. Un divorcio es un fracaso, el fracaso de un proyecto, de una relación. Es tentador caer en la trampa de atribuir responsabilidades a uno u otro cónyuge. Nadie sabe realmente lo que sucede en el secreto de sus corazones, así que ¿de qué serviría ir a la “caza de un culpable”?

Sin embargo, también nos tienta hacer del hijo o la hija una víctima, pero tampoco esto le hace ningún favor, además de que también supone una intromisión. “Ya no aguanto más las llamadas de teléfono de mi madre para compadecerse de mí”, confiesa Patrice. “Mi mujer se ha ido, pero nuestra historia es cosa nuestra, y escuchar a mi madre echar todas las culpas a ella me da la impresión de que me toma por un niño pequeño”.

No es fácil encontrar las palabras correctas ni la actitud adecuada. Con frecuencia os sentiréis incómodos, con temor por hacer demasiado o demasiado poco, pero “es vuestro hijo quien sabe mejor lo que necesita de vosotros en este momento”, explica un médico psiquiatra. “Preguntadle directamente qué espera de vosotros. No como una pareja de padres, sino individualmente, porque sin duda tiene expectativas diferentes para su padre y su madre, en función de la relación única que tengáis cada uno”.

¿Cómo comportarse con el exyerno o con la exnuera? ¿Cuál es el lugar apropiado de cada uno? Es importante no entrar en la contienda cuando el divorcio es turbulento, hay que saber mantener las distancias. La situación es más delicada en caso de un gran afecto hacia el excónyuge o cuando hay hijos de por medio.

Para Elisa, “Julie será siempre la madre de mis nietos, aunque ya no sea la mujer de mi hijo”. No obstante, el divorcio se ha vivido como una pesadilla en el círculo familiar extenso y las heridas han afectado a tres generaciones. Sin embargo, ella va a saludarla en cada comunión o celebración donde se encuentren y se asegura de decir a sus nietos cada vez que “vayan a dar muchos besos a su mamá”.

Puede parecer reconfortante proponer a un hijo o hija que vuelva a casa después de una ruptura. Sin embargo, hay un gran peligro de crear una dependencia y de favorecer la depresión que puede suceder a la separación. Luego es difícil para el hijo volver a despegarse. Es más prudente ayudarle a encontrar una vivienda independiente, aunque esté cerca para facilitar el apoyo moral y material. La sola indicación de implicarse y de hacer todo lo posible para ayudar al hijo a dejar a su cónyuge demuestra que uno es víctima de un narcisismo perverso.

Isabelle, de 73 años, tiene dos nietos por quienes reza todos los jueves en la oración de las madres de su pequeña iglesia de la Bretaña francesa. Sus padres se divorciaron hace algunos años, y su marido y ella les invitan tanto como pueden para mantener los lazos con los primos. El otro día, le confesó a su nieta Bérénice: “rezo por vosotras y por vuestros padres todos los jueves”. Una confidencia que conmovió a las dos, un lazo espiritual más fuerte que las rupturas humanas.

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