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La democracia es un tranvía…

AGENDA INTERNACIONAL | Georg EICKHOFF |

… nos subimos hasta bajar en nuestro destino. – Así se expresó el Presidente de Turquía Recep Tayyip Erdogan, en el año 1998. En estos días, parece que el tranvía de la democracia turca llegó a una parada importante. Erdogan llegó a su destino. El referéndum del 16 de abril sanciona amplios cambios a la constitución que dan sumos poderes al Presidente quien se está alejando de los valores democráticos como alguien se aleja de la parada de tranvía después de bajarse.

Erdogan viene del islamismo político, pero, por mucho tiempo, sabía moderarse públicamente para avanzar en el ambiente secularizado de Turquía.

En 1998, el entonces alcalde de Estambul, fue condenado a prisión por haber recitado públicamente un poema del pensador nacionalista Ziya Gökalp: “Las mezquitas son nuestros cuarteles, las cúpulas nuestros cascos, los minaretes nuestras bayonetas y los creyentes nuestros soldados”. Lo de la democracia como tranvía lo dijo Erdogan, según el autor turco-alemán Faruk Sen, en la misma ocasión.

Desde el golpe de estado fallido del 15 de julio de 2016, el islamista conservador ya no esconde sus aspiraciones a ser el hombre fuerte de una Turquía hegemónica construida sobre los fundamentos del imperio otomano, un sultán del Siglo XXI.

El Presidente aprovechó el fracasado golpe en su contra para ejecutar un contragolpe que hasta la fecha no ha cesado. 127,000 funcionarios públicos fueron despedidos, muchos jueces destituidos. Más de 120 medios de comunicación fueron cerrados, periodistas encarcelados. Sigue vigente el estado de excepción.

El referéndum constitucional del 16 de abril fue la continuación del contragolpe. Erdogan lo ganó por estrecho margen (51.4%), a pesar de haber usado y abusado de todo el poder del estado para distorsionar el resultado y alcanzar la práctica abolición de la separación de poderes.

Austria es hoy un país sin aspiraciones imperiales a pesar de siglos de rivalidad y lucha de su imperio con el sultanato otomano. El jefe de gobierno austriaco Christian Kern comentó el resultado apretado del referéndum turco en Twitter: “Erdogan ha buscado la ruptura con el consenso fundamental europeo de democracia y estado de derecho. Casi la mitad de los turcos no le ha seguido”.

Muchos otros políticos europeos son más claros: la Turquía de Erdogan no tiene ningún lugar en la Unión Europea. Las condiciones para su integración nunca fueron peores que hoy.

Deniz Yücel es un periodista turco-alemán y, desde el 14 de febrero de este año, un preso político del gobierno de Erdogan. El nuevo Presidente alemán Frank-Walter Steinmeier exigió su liberación en su discurso de toma de protesta.

Yücel es un hombre de izquierda, un escritor polémico que tildó al Papa Francisco como “compañero de dictadores que sigue a un miembro de las juventudes hitlerianas”.

Su opinión sobre Erdogan es contundente y parte de la imagen erdoganiana del trayecto en el tranvía de la democracia que ha llegado a su fin: “Erdogan no ha dado ni siquiera una vuelta por la cuadra para llegar al punto donde había empezado – al islam político. Ha combinado su propia tradición política con los rasgos tradicionales más horrendos del estado turco. Una cosa le trae completamente sin cuidado: Europa”.

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