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Este chico atravesó EE.UU. para hacer que la gente dejara su celulares

La idea de atravesar Estados Unidos a pie se le ocurrió a Chris Andrews durante su último año de universidad, después de darse cuenta de que pasaba más tiempo interactuando con su smartphone que con las personas.

“Siempre que tenía tiempo libre, o incluso cuando pasaba tiempo con los demás, sacaba el teléfono y se me iban las horas; me despertaba por la mañana y directamente me giraba para coger el teléfono y navegar. Descubrí que me estaba conectando tanto a mi teléfono que me desconectaba de las personas a mi alrededor”, explicaba Andrews en PassionPassport.com.

Así, preocupado por el significado que esto podría tener para la sociedad, en especial para los niños que se están criando en la era digital, se decidió a investigar un poco el asunto.

“Descubrí la investigación de Sherry Turkle, del MIT, sobre los efectos del uso del teléfono sobre la paciencia y la empatía. A partir de ahí investigué más sobre la conversación como habilidad y arte”, comentaba en la entrevista mencionada.

En el libro de Turkle, Alone Together, la autora sugiere que cuando reemplazamos las conversaciones cara a cara por los mensajes de texto empezamos a dar por sentado que los mensajes son “mejor que nada”, pero terminamos por preferir las conversaciones más superficiales y virtuales a las de verdad.

Andrew decidió que era momento de actuar y, de esta forma, nació el proyecto ‘Let’s Talk’ (Vamos a hablar). Durante su caminata de 9 meses y casi 5.000 kilómetros por Estados Unidos, empujando un carrito al que llama ‘Goose’, ha acampado en jardines, llamado a puertas y hablado con cualquiera interesado en unirse a la conversación.

Por el camino, Andrews entablaba conversaciones con la gente (según su sitio web, 10.924 conversaciones), a menudo tocando el tema de la tecnología y la forma en que afectaba a sus vidas. Se pueden ver sus fotos y conversaciones en el sitio web de Let’s Talk.

Un joven que conoció en la “Milla 2.094”, por ejemplo, ya había dado un paso atrás en su uso de la tecnología y había cambiado a un teléfono de teclado analógico.

“Volví al teléfono plegable”, le contó a Andrews. “Ya he visto a demasiados de mis colegas quedarse absortos en sus teléfonos. Todo ese tiempo perdido y toda esa tragedia…”.

Cuando Andrews puso fin a su travesía en una playa de California, publicó este mensaje en su página de Facebook:

He aprendido que, a través de una conversación sincera y de la vulnerabilidad, podía conectar con personas a un nivel por encima de la política, la religión o la cultura. No hablaba como ellos. Mi aspecto no era como el suyo. Pero aprendí a ser sincero con ellos. Aprendí a que la vulnerabilidad de ser yo mismo fuera mi apoyo.

Una vez tras otra me daban la bienvenida y poco a poco me fui dando cuenta de la forma en que la autenticidad brilla en este mundo.

Pero más importante aún es que debemos escuchar.

No solamente a los demás, sino a nosotros mismos.

¿Cuál es el siguiente paso de Andrews? “Las 3.000 millas son solo el comienzo”, escribía. “Durante los próximos meses estaré trabajando en un libro, un documental corto y estaré dando charlas por el mundo”.

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