Cortar el rumor por Whatsapp y redes sociales, un trabajo a medida para periodistas
Una fotografía de tres personas, varones, en apariencia sacadas en una instancia de detención, circuló estos días por Whatsapp en distintas ciudades de la Argentina, acompañada por un audio o un texto que mencionaba que estos serían responsables de secuestrar estudiantes en colegios. Más aún, los mensajes indicaban detalles como el coche en el cual se desplazarían estas personas, y brindaban detalle de las zonas por las que operaban.
En algunos mensajes se mencionaban barrios del gran Buenos Aires. En otros, de la provincia de Córdoba. En otros, de la provincia del Chaco. Y en todos detalles de estos lugares que vestían de realismo las denuncias. En Córdoba, de hecho, se difundía la imagen de la camioneta de los malvivientes, con un número de placa, supuestamente denunciada por una dueña de una despensa. En Sáenz Peña, donde los mismos criminales se movilizaban en Audi negro, los padres hicieron a sus hijos faltar al colegio por miedo al secuestro. La información era falsa. Era otro rumor que circulaba en redes sociales.
Semanas atrás circuló por Whatsapp otra aparente información similar, revestida de detalles que daban a creer en la veracidad de los mensajes. Una mujer, hermana de una catequista de un renombrado colegio, había fallecido intoxicada por comer salmón en mal estado en una importante cadena de comida americana, tras estar internada en un Hospital de la zona. En ese Hospital, estaban, decían los mensajes, internados otros chicos de ese mismo colegio por el mismo motivo. Tanto desde el colegio como desde el Hospital desmentían los mensajes, aunque nuevas versiones llevaban la explicación hacia otros extremos. La información era falsa. Otro rumor.
En España, recientemente una furgoneta de una empresa de mensajería con intenciones suicidas se desplazaba por las carreteras causando temor. Rápidamente, la policía de este país desmintió en su cuenta de Twitter ese rumor, en el marco de su activa campaña #STOPBulos, una campaña movilizada para detener la difusión de este tipo de mensajes. Aunque, como ocurre cada vez que se desmienten estos rumores, surgen otros que indican por qué en realidad se desmiente.
Numerosos profesores de periodismo califican a la desinformación como un veneno. La desinformación, información presentada como tal, aunque viciada por la falsedad y sin relación con la realidad, no es tan sólo un alimento en mal estado, no es tan sólo una “mala” información. No es información; puede intoxicar y hacer verdaderamente mal al que la consume.
¿Entonces no hay que prestar más atención a los mensajes que nos llegan en Facebook? No es función del usuario de Whatsapp verificar la información, aunque podría hacerlo. La función ciudadana de verificar la información antes de legitimar y presentar su veracidad corresponde al periodismo. El periodista es formado en un método de documentación y verificación; es un experto en información y en discernir la desinformación. Una buena idea para cortar con los rumores de Whatsapp es buscar información sobre éstos en medios de comunicación.
Cada vez que estos rumores circulan con intensidad, los periodistas se movilizan para confirmar la veracidad con las fuentes: comisarías, justicia, nosocomios, empresas, etc. Lo hacen aún conscientes de que puede tratarse de un rumor. En muchos casos no desmienten públicamente en forma de noticia para no dar entidad a los rumores, por lo que la ausencia de información de un rumor en un medio ya es un indicio de su falsedad. En otros lo hacen, por ejemplo, con un simple mensaje de Twitter.
El soldado más preparado para combatir al rumor es el periodista. Confiemos en él y cortemos los rumores por Whatsapp.
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