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Salvar al bosque del Alto Paraná es también salvar a sus pobladores

Los principales beneficiarios son 14.000 personas de 55 comunidades indígenas que se dedican a la producción de yerba mate y miel de abeja en más de 125.000 hectáreas del Bosque Atlántico del Alto Paraná, en la región oriental de Paraguay, a través de prácticas de manejo sostenible.

Este dato lo aporta una nota periodística de Mary Stokes publicada por el Banco Mundial (BM) en el que se establece la puesta en marcha del “plan para salvar la casa de la stevia y la yerba mate”.

Gracias al proyecto Paraguay Biodiversidad el objetivo es trabajar por la conservación de este bosque, considerados uno de los hábitats más diversos del planeta.

Para ello, se pretende “unir las zonas que aún quedan para conservar la extensa biodiversidad que alberga el bosque y crear de esa manera el corredor biológico más grande del país”, indica el informe.

La preocupación por la salvaguarda de este espacio verde viene dada por las constantes amenazas de los últimos años debido a la deforestación, la degradación del suelo, la pérdida de la vegetación y de materia orgánica, entre otros.

El propio Ruth Tiffer-Sotomayor, especialista ambiental del BM, considera en el informe que “este bosque ha sido uno de los ecosistemas más alterados de Latinoamérica”.

“Es un bosque lleno de especies endémicas, un bosque de árboles enormes y corazón de grandes ríos. Por sus maderas preciosas, la alta demanda de tierra para agricultura, leña y su ubicación principalmente en zonas de llanura, ha sido muy talado y fragmentado”, agregó.

Es por ello que lo que se pretende es demostrar que no la tala de árboles no es la manera de sacar mayor provecho a las bondades de este rico bosque. Todavía resta seguir concientizando en contra de la deforestación, a pesar de los avances de los últimos años, principalmente gracias a la puesta en marcha de la Ley de Deforestación Cero en esa zona del país que rige desde 2004.

Pero además son muchos los interesados en que este bosque sea protegido, entre ellos la compañía eléctrica Itaipú (obra que propiedad tanto de Paraguay como de Brasil), el complejo de mayor generación hidroeléctrica del mundo y que tiene como propuesta de responsabilidad empresarial corporativa justamente esta recuperación.

El BM brinda una serie de recomendaciones para llevar a cabo el plan de conservación. Se destacan “la sustitución de los sistemas tradicionales de producción agrícola por nuevas tecnologías agroecológicas y de conservación del suelo, además de fomentar la reforestación con especies autóctonas de árboles para la protección de los recursos hídricos en la zona de influencia del proyecto”.

Por último, se espera que, “mediante la integración de mecanismos de participación en las comunidades participantes, el proyecto sirva para concienciar y dotar a las comunidades de los medios necesarios para aumentar la protección de los bosques y otros recursos”

El esfuerzo por la conservación de los bosques trasciende a Paraguay y desde hace años se impulsa a varios países a ser cuidadosos con estos ecosistemas.

El plan para Paraguay en definitiva aparece como una buena señal en un momento clave antes de que la situación sea más compleja e inmanejable. En fondo, más allá del cuidado de la “casa común”, aparece la situación de miles de habitantes que integran diferentes comunidades de estos lugares que no hacen más que beneficiarse con estos llamados a la acción, pues salvar al bosque significa también salvar a sus pobladores, que dependen de este ecosistema para desarrollar las actividades que le dan sustento a sus vidas, entre ellos la producción de yerba mate, stevia, miel de abeja, etcétera. 

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