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Un asesinato en directo, ver ficción y ver realidad

El pasado 26 de agosto un depravado mental asesinó en directo a una periodista y a un cámara de televisión. Ocurrió en la televisión local de un pueblecito llamado Moneta, en el estado de Virginia, en Estados Unidos.

No creo que la cadena WDBJ haya tenido más audiencia que cuando alguien fue asesinado frente a sus cámaras. En realidad, seamos francos, no se vio nada que no se hubiera visto antes en la televisión o en el cine: disparos, una chica gritando, la cámara que cae al suelo y en la esquina del encuadre, un rostro difuso, casi monstruoso, el asesino.

Lo que todos hemos podido ver en televisión o en internet no difiere demasiado de lo que nos tiene acostumbrados el cine y la televisión.

De hecho, cuando la ficción trata de ponerse realista siempre hay algo que la repele y cuando la realidad trata de dramatizarse siempre es evidente que es cartón piedra lo que estamos viendo. Existe una especie de rechazo mutuo, es como si uno quisiera mezclar agua y aceite. No se puede. 

Sin embargo, en esta lucha por acercarse el uno al otro (la ficción a la realidad y viceversa), la que tiene las de perder es sin duda la realidad. Lo que sucede delante de nuestros ojos es prácticamente intransferible a un medio como el cine o la televisión, nacidos y confeccionados para cultivar y desarrollar la ficción. La tele no se inventó para informar de forma rigurosa sino para entretener de manera amable y desenfadada.

Hay un libro, del teórico de la comunicación Neil Postman, titulado Divertirse hasta morir, que habla de algo parecido a esto. De cómo la televisión es un medio impostado, confeccionado para la evasión y nunca para la reflexión. La tesis de Postman llegaba a tal extremo que consideraba que las marionetas de Jim Henson eran un peligro para la infancia.

Extremos a un lado, es cierto que la televisión no parece el medio más adecuado para acercarnos a la realidad. Por esta razón, cuando los informativos tratan de hacernos creer que algo ha ocurrido realmente lo habitual es que pensemos que se trata de una ficción. 

El asesinato de John F. Kennedy lo hemos visto tantas veces como la bicicleta de E.T. recortando la luna. Cuando dos aviones comerciales se estrellaron contra el World Trade Center todo el mundo tuvo la impresión de estar viendo una película y seguramente no vimos las imágenes del asesinato del Bin Laden porque muchos creerían estar jugando al Call of Duty.

No se engañen, lo que sale en televisión es mentira, pero no porque no haya sucedido realmente sino porque no es mostrado a través del medio adecuado. ¿Una imagen vale más que mil palabras? Mentira. ¿Una imagen en movimiento vale todavía más? Mentira. Una imagen, en movimiento o no, no vale nada si no hay contexto que la explique. Una imagen por sí misma y en solitario, solo sirve para incitar al caos. 

En resumidas cuentas. Comprender lo que se ve. Ahí está la clave.

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