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La persona humana tiene una dignidad que nadie ni nada le puede quitar

La persona humana tiene una dignidad que nadie ni nada le puede quitar

La persona humana es siempre valiosa y tiene una dignidad que nadie le puede quitar: lo aseguró el Papa Francisco al recibir esta mañana en el Aula Pablo VI a los enfermos de Huntington, junto a sus familiares, las asociaciones, los médicos y el personal sanitario, reunidos en un encuentro mundial para que esta enfermedad neurodegenerativa, que margina a tantas personas, “no permanezca más oculta”.

El Papa, dirigiéndose a los mil quinientos presentes en el Aula Nervi, procedentes prevalentemente de Sudamérica donde la enfermedad en más difundida, después de agradecer a los organizadores del evento y a los presentadores, extendió su saludo a “todos los que llevan en su cuerpo y en su vida las huellas de esta enfermedad, así como a los que sufren otras enfermedades denominadas raras”.

En su discurso Francisco destacó cómo los temores y las dificultades que han caracterizado la vida de las personas enfermas de Huntington les ha causado verdaderas marginaciones, haciéndoles experimentar  junto a sus familias “el drama de la vergüenza, del aislamiento, del abandono”. “Por ello – afirmó –  hoy estamos aquí para decir a nosotros mismos y al mundo: «Nunca más oculta». No se trata simplemente de un eslogan – puntualizó el Papa – sino de un compromiso que todos debemos asumir.

Francisco destacó como Jesús durante su vida encontró a tantos enfermos y se hizo cargo de sus sufrimientos. “La enfermedad para Él nunca fue un obstáculo”. “Él nos ha enseñado que la persona humana es siempre valiosa, que tiene siempre una dignidad que nada ni nadie le puede quitar, ni siquiera la enfermedad. Asegurando que “la fragilidad no es un mal” el Santo Padre instó a no olvidar “el inmenso valor que siempre tenemos ante Dios”. “Ninguno de ustedes se debe sentir nunca solo – agregó. Ustedes son valiosos para Dios, son valiosos para la Iglesia”.

El Papa alentó después a los familiares a que “no se sientan solos” y a no ceder a la  tentación del sentimiento de vergüenza y de culpa”.

No faltaron las palabras de reconocimiento y aliento del Pontífice para los médicos, el personal sanitario y los voluntarios de las asociaciones para que sean “un punto de referencia para los pacientes y sus familias”, que a menudo tienen que enfrentar la enfermedad en un “contexto socio-sanitario que, con frecuencia, no corresponde a la dignidad de la persona humana”.

A los genetistas y científicos, Francisco animó a realizar el propio trabajo “siempre con medios que no contribuyan a alimentar esa «cultura del descarte» que a veces se insinúa también en el mundo de la investigación científica, destacando que ningún fin, por noble que sea, “puede justificar la destrucción de embriones humanos”.

Radio Vaticana

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