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Su poderosísima intercesión desde el Cielo

Pío XI hizo esta contundente declaración el 19 de marzo de 1938: «La intercesión de María es la de la Madre; no vemos qué es lo que su divino Hijo podría negarle a tal Madre. La intercesión de José es la del esposo, la del padre putativo, la del jefe de familia, y no puede dejar de ser todopoderosa, pues nada pueden negarle Jesús y María a José, que les consagró toda su vida y a quien realmente debieron los medios de su existencia terrestre».

Lo que dice este Papa es consistente con lo que ya muchos santos habían notado. Por mencionar un par de ejemplos, san Bernardo decía: «Ya que todo lo que pertenece a la esposa pertenece también al esposo, podemos pensar que José puede distribuir como le parezca los ricos tesoros de Gracia que Dios confió a María, su casta Esposa». Y santa Teresa de Jesús: «Jesucristo quiere demostrar que, como san José lo trató tan sumamente bien en esta Tierra, Él le concede ahora en el Cielo todo lo que le pide».

De hecho santa Teresa es uno de los santos que mayor cercanía tuvo con san José. A los 27 años esta santa estaba postrada en cama, sin poder andar, sólo pudiendo arrastrarse por el suelo; así duro tres años hasta que recurrió a la intercesión de san José y así volvió a la normalidad. Desde entonces ella no podía sino recomendar con justa razón la devoción al gloriosísimo san José:

  • «No me acuerdo hasta ahora haberle suplicado cosa que la haya dejado de hacer».
  • «Es cosa que espanta las grandes mercedes que me ha hecho Dios por medio de este bienaventurado Santo».
  • «A otros parece les dio el Señor gracia para socorrer en una necesidad; a este glorioso Santo tengo experiencia que socorre en todas».
  • «Querría yo persuadir a todos fuesen muy devotos de este glorioso Santo, por la experiencia que tengo de los bienes que alcanza de Dios».
  • «Que lo pruebe quien no me creyere y verá por experiencia el gran bien que es encomendarse a este glorioso Patriarca y tenerle devoción».

SALVADO EN UN ACCIDENTE

Guadalupe Rodríguez, ordenado diácono en Laredo,Texas, en 2006, cuenta lo que le ocurrió cuando era policía: «El 4 de marzo de 2004 me vi involucrado en una persecución de coches que abarcó cuatro condados y terminó en un tiroteo con un hombre que llevaba drogas por valor de medio millón de dólares.

«Viajando a 100 millas por hora en mi vehículo policial, un neumático se reventó. La noche anterior, soñé que estaba en un accidente automovilístico… Durante la verdadera persecución en auto, recordé el sueño y disminuí la velocidad al acercarme a una pendiente… Aceleré de nuevo pensando que ya había pasado el peligro y entonces un neumático se reventó».

Perdió el control del vehículo. «Parecía una vida entera y mi mente corría mientras llamaba a Jesús y luego a María, pero aún así me sentía desesperado, así que le grité a san José». Entonces la patrulla «rebotó en un terraplén alto, subió por el aire y chocó con un poste de luz y luego aterrizó sobre sus cuatro llantas… Cuando subía por el aire, grité a san José por última vez con todo mi corazón, ya que sabía que una vez que tocara el suelo, comenzaría el traicionero vuelco del vehículo que normalmente te rompen el cuello a tan alta velocidad; pero, en cambio, no ocurrió tal cosa… El aterrizaje fue tan duro que reventó las tres llantas restantes, y fue este acto final de Dios que salvó mi vida de un vuelco mortal».

LA NUEVA CAMPANA

El sacerdote y bloguero argentino Javier Olivera Ravasi estaba a cargo de una capilla con camapanario pero sin campana, así que él y los fieles andaban buscando una. Habían preguntado en una fábrica de campanas de Sudamérica, pero costaba el equivalente a 16 mil dólares.

Otro sacerdote, amigos del primero, le dijo: «¿Y si se la piden a san José?». Sólo faltaban tres días para la fiesta de san José, pues era el 16 de marzo de 2019, y el padre Javier, originalmente incrédulo, decidió dar un salto de fe llamado a un triduo en el que la comunidad estuvo rogando a san José.

El 17 y el 18 de marzo el padre Javier fue contactado por dos personas que no conocía y que donaron el dinero para la campana y su instalación, la cual fue bendecida el Jueves Santo.

LES LLENÓ LA DESPENSA

Esto lo cuenta un franciscano italiano: «Me encontraba en una casa de la Comunidad de las Bienaventuranzas en Pettineo, en Sicilia. Era un viejo convento franciscano muy frío, extremadamente húmedo y una parte del mismo era inhabitable. Éramos unos treinta hermanos y vivíamos en gran pobreza…

«Recuerdo que un día no teníamos absolutamente nada para comer. Muchos de nosotros éramos jóvenes y no era fácil calmar nuestro apetito. Nuestros responsables nos hablaban siempre de san José como padre de la Providencia y nos contaban hermosos testimonios de personas que habían recibido su ayuda. Fue entonces cuando los más jóvenes, con mucho fervor nos dijimos: ‘Hagamos una lista de mercado con todo lo que necesitamos…’, y así la hicimos….

«Con una gran confianza colocamos la lista detrás de la imagen de san José en el rincón de oración de la cocina…. Cuál no fue nuestra sorpresa cuando alguien golpeó a la puerta y depositó allí gran cantidad de bolsas». Los hermanos tomaron la lista que le confiaron a san José y la compararon con el donativo: «Estábamos maravillados… ¡No faltaba nada! Bueno, casi nada».

TEMA DE LA SEMANA: Todos los santos reunidos en él

Publicado en la edición impresa de El Observador del 15 de marzo de 2020 No.1286

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