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Papa Francisco: La clave para superar las dificultades es la oración 

El papa Francisco invitó a ser hombres y mujeres de oración, testigos del Evangelio “en nuestro tiempo, dentro de esta humanidad que a veces es contradictoria pero infinitamente amada por Dios”. Lo dijo asomado desde la ventana del estudio en el Palacio Apostólico del Vaticano para recitar el Ángelus con los fieles y los peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro este domingo 20 de octubre de 2019 y al final de la Misa del Día Mundial de las Misiones. 

La reflexión se basó en la segunda lectura de la liturgia de hoy que “nos ofrece la exhortación que dirige el apóstol Pablo a su fiel colaborador Timoteo: “predica la Palabra, insiste a tiempo y a destiempo, rebatiendo, reprendiendo o aconsejando, siempre con paciencia y dejando una enseñanza” (2Tm 4,2). 

Así remarcó que Timoteo se siente “responsable de la proclamación de la Palabra”. Francisco recordó que el Día Mundial de las Misiones, que se celebra hoy, “es una oportunidad favorable para que cada persona bautizada sea más consciente de la necesidad de cooperar en la proclamación del Reino de Dios a través de un compromiso renovado”. 

“El Papa Benedicto XV, hace cien años, para dar un nuevo impulso a la responsabilidad misionera de toda la Iglesia promulgó la Carta Apostólica Maximum illud”, pues, “sintió la necesidad de actualizar evangélicamente la misión en el mundo, para que pudiera ser purificada de cualquier incrustación colonial y libre del condicionamiento de las políticas expansionistas de las naciones europeas”. 

En el contexto cambiante de hoy, Francisco aseguró que “el mensaje de Benedicto XV sigue siendo relevante y nos anima a superar la tentación de cualquier cierre autorreferencial y cualquier forma de pesimismo pastoral, para abrirnos a la alegre novedad del Evangelio. 

“En nuestro tiempo,  prosiguió, marcado por una globalización que debería ser solidaria y respetuosa de la particularidad de los pueblos”, en cambio, lamentó que “todavía” se “sufre de homologación y los viejos conflictos de poder que alimentan las guerras y arruinan el planeta”. 

Ante este panorama, dijo que “los creyentes están llamados a llevar a todas partes, con nuevos ímpetu, la buena noticia de que la misericordia vence al pecado en Jesús, la esperanza vence al miedo, la fraternidad vence a la hostilidad”. 

De esta forma, “Cristo es nuestra paz y en Él se supera toda división, solo en Él está la salvación de cada hombre y de cada pueblo”. 

Orar sin cansarse nunca 

Entonces, indicó que para vivir plenamente la misión hay una condición indispensable: “la oración, una oración ferviente e incesante, según la enseñanza de Jesús proclamada también en el Evangelio de hoy, en el que cuenta una parábola «sobre la necesidad de rezar siempre, sin cansarse. nunca”(Lc 18, 1)”. 

“De hecho, ¡la oración es la primera fuerza del anuncio! Los misioneros son, ante todo, hombres y mujeres de oración, que nutren la fe en el vínculo constante con el Señor, para enfrentar las dificultades que conlleva la evangelización. Y al mismo tiempo, la oración es el primer apoyo del pueblo de Dios para los misioneros, lleno de afecto y gratitud por su difícil tarea de anunciar y dar la luz y la gracia del Evangelio a quienes aún no lo han recibido”. 

El Papa preguntó: ¿Yo rezo todos los días por los misioneros y las misioneras? Sucesivamente, rezó con los fieles el Ángelus: “María, Madre de todos los pueblos, acompaña y protege a los misioneros del Evangelio todos los días”. 

Al final del Ángelus, el Papa recordó que ayer en Crema el mártir Don Alfredo Cremonesi, sacerdote misionero del Instituto Pontificio para las Misiones Extranjeras, fue proclamado Beato. “Asesinado en Birmania en 1953, fue un incansable apóstol de la paz y un celoso testigo del Evangelio, hasta el derramamiento de su sangre”. 

“Su ejemplo nos insta a ser trabajadores incansables y misioneros valientes en todos los entornos; Su intercesión apoya a aquellos que luchan hoy para sembrar el Evangelio en el mundo. ¡Aplaudimos al Beato Alfredo!”. Francisco saludó a los peregrinos de Italia y de varios países presentes en la Plaza de San Pedro. En particular, bendijo a la comunidad peruana de Roma, “reunida aquí con la venerada Imagen del Señor de los Milagros”. Por último deseó, como es tradición: “buen domingo a todos. Por favor no olvides rezar por mí. Buen almuerzo y adiós”. 

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