Cuidar tiene que ver con saber escuchar
Cómo y de qué manera cuidar a una persona enferma o dependiente es un tema recurrente y objeto de múltiples estudios y debates. Desde la perspectiva médica, el objetivo es llegar a consensos para definir criterios universales que rijan la práctica diaria del “cuidar” y aseguren el bienestar físico y emocional de las personas.
Sin embargo, “cuidar” se refiere a un concepto muy amplio y con diferentes acepciones, que engloba desde el autocuidado, al hecho de cuidar y al de dejarse cuidar.
En la mayoría de casos, y por su magnitud, el tema se proyecta en los “otros” y, por tanto, su planteamiento, generalmente, se aborda desde el punto de vista de los/las “cuidadores/as”.
Cuando hablamos de cuidadores nos referimos, sobre todo a médicos y enfermeros/as, y al amplio espectro de figuras “cuidadoras” que ejercen diferentes roles y funciones, desde las más voluntariosas y bienintencionadas a las más profesionalizadas.
Enfoquemos la mirada desde el punto de vista del enfermo, es decir, desde la perspectiva no médica para acercarnos a la vivencia personal de cada uno y visualizar cuál es la percepción de “sentirse cuidado”. ¿Cómo beneficia al paciente el hecho de recibir atenciones y cuidados por parte de terceros?
Para asumir el cuidado alguien hay que partir de unos supuestos. José Carlos Bermejo Higuera, autor del libro “Humanizar la asistencia sanitaria”, dice que “el primer aspecto humanizador de la salud se centra en respetar la unicidad de cada persona”.
Cada persona respondemos y afrontamos de manera única y personal una misma situación y, en este sentido, “hablar de humanización es reconocer derechos de todos los seres humanos en virtud de su dignidad para establecer una relación de ayuda adecuada” que se corresponda con los deseos y necesidades del paciente.
Esta reflexión lleva a plantear algunas cuestiones relativas al bienestar del paciente:
La relación humanizada es una actitud basada, principalmente, en la escucha activa al mostrar interés por las necesidades de cada persona, al establecer un contacto afectuoso, al respetar sus silencios, al hacerle sentir que es alguien importante, al dedicarle una sonrisa y la palabra adecuada.
Las relaciones humanizadas se nutren atendiendo a estos aspectos que requieren de habilidades comunicativas y de capacidad empática. El resultado de su combinación resulta en grandes logros para el bienestar y recuperación del paciente.
En el artículo “Esencia del cuidar-Siete tesis” el Dr. Francesc Torralba, filósofo y profesor de la Universidad de Barcelona, experto en Antropología del Cuidar, expone que hay siete tesis para articular la comprensión del concepto “cuidado-cuidar”, entendido en su dimensión intelectual y espiritual, más allá de los procedimientos médicos y técnicos:
Cada tesis es un punto de partida para iniciar una disertación pero empecemos con preguntas directas a nosotras mismas: ¿qué es lo que me mueve a cuidar de los demás? y ¿cómo me cuido a mí misma? Pensar en ello seguro que nos ayuda a comprender mejor que es “lo bueno para cada paciente”.
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