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3 trucos para tratar con éxito a personas tóxicas

El comportamiento humano a veces puede ser “tóxico”. Ya asuma forma de crueldad, de conducta ilógica, de negatividad, de manipulación sutil (o explícita), de agresión pasiva, de incoherencia o de narcisismo (la lista podría seguir), es importante señalar que, según dice Margarita Tartakovsky, M.S., en una entrevista con la psicoterapeuta australiana Jodie Gale, “no es que toda la persona sea tóxica. Más bien es que lo es su comportamiento o tu relación con esa persona”.

Hacer esta distinción —la de comportamiento en vez de persona—, puede ayudarnos a comprender tres cosas fundamentales: primero, estos comportamientos tóxicos no son la esencia de quién es determinada persona y, por tanto, puede cambiar.

Una persona tóxica sigue siendo, primero y ante todo, una persona, digna de respeto. La mayoría de las veces, las personas tóxicas tienen heridas profundas y no pueden hacerse cargo de sus propios sentimientos y necesidades.

Segundo, la complejidad innecesaria y el estrés derivado de esta interacción también envenena a la persona tóxica, que quizás no sepa reaccionar de otra forma.

Tercero, hay otras “partes” de la persona a las que puedes recurrir cuando estás en una relación o conversación tóxicas.

Aunque es importante saber que no es responsabilidad tuya “cambiar” el comportamiento de otra persona, es importante entender que sí somos responsables de nuestro propio comportamiento. Tenemos capacidad para rechazar la toxicidad que venga de sentimientos, palabras o acciones mal gestionados de la persona “tóxica” con quien interactuamos.

En resumen, incluso si la persona tóxica no muestra visos de cambiar (o de manejar las emociones o situaciones de forma diferente), nosotros sí podemos. Ya que dos no riñen si uno no quiere, es necesario que tengamos en cuenta nuestra propia intervención.

Interactuar con una persona tóxica es agotador.

Quizás temas, evites o aborrezcas interactuar con esa persona por que no acepta un “no” por respuesta, porque tus valores y límites personales se ven comprometidos o porque pueden ser utilizados o malinterpretados.

Pero una retirada, aunque sigue siendo una reacción perfectamente sana (y natural) a lo que percibes como una amenaza (la vieja reacción de “lucha o huye” ante un estrés agudo es un mecanismo natural que sucede como respuesta a un acontecimiento percibido como dañino, según describió Walter Bradford Cannon a principios del siglo XX), es una de las muchas maneras posibles de manejar estas situaciones (y probablemente la más efectiva, si hablamos de algo que debemos afrontar diariamente).

Y es que, tal y como explicó Travis Bradberry en un artículo para Forbes, “el estrés puede tener un impacto negativo duradero sobre el cerebro” (la mayoría de estudios actuales de neurociencia confirma que el estrés pone en peligro el comportamiento adecuado de las neuronas en ciertas zonas del cerebro y puede incluso matarlas), así que uno debe aprender a no estresarse al interactuar con personas tóxicas.

La cuestión no es establecer una nueva relación de poder, sino no permitir que el “poder” se convierta en la fuerza motora de vuestra interacción. Una persona tóxica siempre quiere estar “por encima”.

Establecer límites permite un mejor entendimiento del tipo de jerarquías en juego: tu jefe, por ejemplo, puede darte responsabilidades que debes vigilar mientras estás en el trabajo, pero eso es todo.

Di a la persona, de forma simple y clara, cómo te sientes o lo que quieras decir sinceramente.

Una persona tóxica quizás intente usar tus palabras contra ti, interpretarlas de la forma contraria a como tú las concebiste, pero tú tienes ocasión de aclararlo: “He dicho X porque quería que supieras que Y. Cuando tú Z, yo siento que W”.

Es decir, cuídate. La toxicidad a menudo es irracional (es decir, no sigue más lógica que la suya propia) y el peor plan de acción es intentar jugar al mismo juego.

Mantén en mente que no tienes por qué responder en los mismos términos emocionales, sino que puedes, mejor, aportar razonamientos serenos. Eso quizás implique, en ocasiones, retirarse, reorganizarse y luego volver con soluciones. Gana algo de tiempo si lo necesitas.

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