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Cuando la inmigración es cosa de dos…

Cada pareja tiene una historia, única e irrepetible y un modo de relacionarse que la caracteriza y la vuelve especial, diferente a todas las demás. Podemos imaginar también la relación de pareja como una plantita: la semilla nace en el primer encuentro y contiene las necesidades y expectativas de cada integrante. Para germinar y crecer, necesita tierra, agua, luz y atención.

Cuando le falta alguno de estos elementos vitales, puede empezar a marchitarse y necesita de cuidados para restablecerse. Hay algunas relaciones de pareja que se vuelven como árboles, fuertes y frondosos, hay otras que se parecen a las matitas de banqueta[1] y nos sorprende que con tan poco consigan hasta echar flor.

Cada pareja es única, pero aun así, hay algunas etapas generales que cada pareja atraviesa a su manera, con su propio ritmo y tiempo.

La primera suele ser el enamoramiento, en donde desaparece el resto del mundo y sólo tenemos ojos para el otro. Vemos únicamente las cualidades y los aspectos lindos de esa persona. A veces nos ilusionamos pensando que el otro compensará nuestras necesidades no resueltas o que sanará alguna herida que aún llevamos abierta.

La altura a la que “subimos” durante el enamoramiento con nuestra pasión y fantasía, suele ser directamente proporcional al porrazo que nos pegamos cuando llega la etapa de la desilusión, es decir, cuando descubrimos que el otro es tan humano como nosotros y que tiene también defectos. Además, en esta etapa descubrimos que el otro no va a satisfacer nuestras necesidades no resueltas, ni va a curar nuestra vieja herida.

Cuando nos reponemos del golpe, empieza un proceso de conciliación en el cual decidimos si queremos o no elegir al otro, entero, humano, así como es. Y el otro decide también, si nos elige así como somos. Si ambos se escogen, comienzan un proyecto compartido y a través de la convivencia en la vida cotidiana, aprendiendo a perdonar, negociar y tomar decisiones en dos, se puede llegar a un amor maduro, en donde nos aceptamos enteros, humanos, con nuestras luces y también con nuestras sombras.

Por otra parte, hay algunas áreas que en algún momento suelen meter en crisis a las parejas: la relación con las propias familias de origen, la gestión de la economía, y la intimidad y sexualidad. También hay etapas del ciclo vital que transforman profundamente la relación de pareja, como el nacimiento de los hijos o la vejez.

En el universo complejo de las parejas podemos agregar también los eventos imprevistos que suelen provocar una crisis, como vivir un desastre natural, la pérdida del trabajo, de la salud o la muerte de personas signficativas.

La migración, aun si es prevista y planificada, también provoca una crisis y una transformación en cada persona y, por ende, en la pareja.

Cuando somos dos a trasplantar raíces, tu planta, mi planta y nuestra planta viven una especie de “prueba de resistencia” y una profunda transformación: dejamos una tierra conocida y familiar, que nos ha acompañado durante nuestro crecimiento, para movernos a otra totalmente ajena.

Si la pareja está en plena etapa de enamoramiento, la desilusión que acompaña el proceso de migración cuando comprobamos que lo que esperábamos resulta muy distinto a lo que vivimos cuando llegamos al nuevo país, puede sumarse a la desilusión de darse cuenta de que el otro es una persona muy distinta a la que había imaginado. Si las raíces de la pareja no son suficientemente fuertes, la plantita puede marchitarse en el nuevo ambiente.

¿Cómo podemos ayudar a nuestras plantitas (la tuya, la mía y la nuestra) para que puedan volver a echar raíces?

1. Antes de mudarnos de país podría ser útil elaborar juntos un texto, video, dibujo, etc., en el que explicitemos qué nos esperamos de este cambio y cuál es nuestro proyecto compartido. Nos podrá servir después para hacer un balance de cómo nos está yendo.

2. Puede ser provechoso también hablar con otras parejas que ya hayan vivido esta experiencia.

3. Si viajan en momentos diferentes, es muy importante que quien llegue primero al nuevo país describa tanto las cosas positivas como las negativas de la nueva vida. Es importante darle “voz” a todas las emociones que sentimos, agradables y desagradables.

4. Lo que ayudará a orientarse a ambos en momentos de tristeza, frustración o desolación, es recordar el objetivo y el proyecto que persiguen con la migración. Resulta fundamental, preparar la acogida del otro y entender que llevará un ritmo muy distinto para adaptarse al nuevo país, especialmente si pasa mucho tiempo entre una llegada y otra.

5. Una diferencia que suele pesar mucho es cuando uno de los miembros de la pareja tiene un proyecto de migración muy claro, por ejemplo con un trabajo ya concordado, y el otro no. Por lo que resulta importante que ambos consigan desarrollar un proyecto también a nivel personal, porque para que “nuestra” planta pueda continuar creciendo, necesita que la plantita personal de cada uno esté bien. Si una de las dos empieza a marchitar porque no encuentra sentido a vivir en otro lugar, podría pasar que la plantita del “nosotros” no consiga echar raíces.

6. Por otra parte, es importante recordar que la relación de pareja vivirá una especie de “sobrecarga” a nivel emocional, porque a diferencia del país de origien, en donde cada uno contaba el apoyo de la familia y de los amigos, en el nuevo país el otro se vuelve la única columna en la cual nos apoyamos, por lo menos al inicio. Poco a poco, en especial cuando el proyecto de migrar durará algunos años o será una migración definitiva, cada miembro de la pareja podrá echar raíces y, por lo tanto, crecerán también las raíces del “nosotros” en la nueva tierra.

Para concluir, es muy importante dedicar un tiempo para hablar de cómo van nuestras plantitas: la tuya, la mia y la nuestra. Recordando cómo inició la historia de nuestra planta… ¿Qué cosas la han ayudado y la están ayudando a crecer? ¿Y qué otras cosas le han dificultado y le están dificultando su crecimiento?

[1] Expresión popular utilizada en México para referirse a las plantitas que crecen sobre las aceras.

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