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“Hermanos al Rescate”: la gesta de aviadores civiles para salvar a balseros cubanos

Puede decirse que fueron precursores, en América, de lo que viviría Europa dos décadas después. El pasado 24 de febrero se conmemoró una gesta que agregó mártires a los muchos que ha producido la indiferencia ante la arbitrariedad. Unos, porque no los dejan entrar, otros porque les han impedido salir. Ambas situaciones configuran lo que el papa Francisco ha condenado como los muros que la humanidad levanta contra quienes sufren.

Ese día de febrero de 1996, un grupo de cubanos pertenecientes al exilio que ha poblado Miami, salieron en una misión aérea muy especial: rescatar balseros que intentaran cruzar el trecho de mar Caribe que separa la isla de los Estados Unidos. Lo hacían rutinariamente.

La fuga de la isla, desde hace más de medio siglo, ha sido el motivo de cuantiosas pérdidas de vidas en ese mar tan bello como peligroso. Evitarlas era el propósito con que se fundó la organización “Hermanos al Rescate” (“Brothers to the Rescue”).

Era un Escuadrón Civil de Aviadores que realizaron esa labor humanitaria desde el año 1991, cuando el grupo fue creado. Tratando de salvar ese peligroso trayecto, unos han perecido por causa de la sed, a otros se los ha tragado el mar en medio de las terribles tempestades que caracterizan al Caribe y otros resultaron devorados por los tiburones que pululan por la zona al zozobrar las frágiles embarcaciones.

El 24 de febrero, motivo del aniversario del reinicio de las luchas por la independencia, partieron del aeropuerto de Opa Locka tres avionetas Cessma Skymaster a patrullar el área. El gobierno de Castro ordenó la salida del MiG-29UB 900 y un MiG-23 para detener a los aviones.

Con el argumento de que violaron su espacio aéreo, las avionetas fueron derribadas. Los opositores y residentes en Miami argumentan que fueron derribados en aguas internacionales y es un debate que no ha terminado.

Cayeron dos aparatos pilotados por Manuel de la Peña, Carlos Acosta, Armando Alejandre y Pablo Morales. La tercera, después de ser perseguida por los cazabombarderos cubanos durante más de una hora, logró regresar a su base con el jefe del grupo, José Basulto, el piloto Andrés Iriondo – cuya esposa Silvia viajaba con ellos- y el copiloto Arnaldo Iglesias a bordo.

Cada año, esa fecha es motivo para que estudiantes universitarios y cubanos residentes en Miami, efectúen memoriales por quienes consideran mártires. El gobierno cubano, por su parte, condecoró a uno de los pilotos implicado directamente en el derribo de las avionetas, de nombre Gerardo Hernández, como “Héroe de la República de Cuba”.

En 1996, trabajando de ancla en una emisora radial en Caracas, logré entrevistar a uno de los pilotos de Hermanos al Rescate, en pleno vuelo, cuando intentaban infructuosamente ubicar restos de las avionetas derribadas. Pero es sabido que el impacto con misiles aire-aire no dejó ningún tipo de restos de las aeronaves.

Volaban con lágrimas en los ojos, según su testimonio. Lágrimas que aún se derraman cada 24 de febrero. Pero ningún esfuerzo es vano si consigue mantener vivo el recuerdo de quienes ofrecieron sus vidas sabiendo que podrían morir en el intento por salvar las del prójimo.

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