Un bebe necesita familia urgente, ¿nos ayudas?
Cuando descuelgas el teléfono y oímos al otro lado la voz de un técnico de menores y nos dice.
– Buenos días os llamamos para deciros que tenemos una urgencia de un bebe que necesita familia urgente, ¿cómo estáis, estáis en casa?
En ese momento empiezan las pulsaciones a subir, la cabeza a dar vueltas y una sensación de vértigo que no he sentido más que en ocasiones como esta. Es la misma ansiedad siempre, da igual si es el primero o el décimo, y siempre acabo pensando, ¿seré capaz? ¿se sentirá bien conmigo? Miedos ante la responsabilidad de cuidar a una personita a la que aún no conozco, no sabemos apenas nada todavía, su sexo, edad y que llega en un par de horas, tiempo justo para preparar lo imprescindible de momento. Doy vueltas por la casa como una loca y tardo el doble de tiempo en hacer cuna, esterilizar biberones, sacar ropa, imposible centrarme, buffff que nervios, que ilusión, vuelvo a mirar por la ventana por si llegan ya.
En casa ya he comunicado al resto de la familia la decisión, no hace falta consultar, siempre dicen si, y los nervios se multiplican por 6 que somos, preguntas y más preguntas que aún no les puedo responder, seguro que hoy no se entretienen al salir de clase. Impacientes por conocer al nuevo miembro de la familia no vienen solos, ya han comentado con amigos, tenemos otro bebe y claro acuden también a verle, todos con cara de bobos, maravillosos bobos que se mueren por cogerle, sin duda vendrán a casa con más frecuencia.
Ya llega, no sé qué decir al abrir la puerta, estoy hecha un flan, menos mal que los técnicos y nosotros ya llevamos mucho recorrido y nos conocemos muy bien.
Hoy todo lo demás deja de importar el protagonista es el pequeño.
Una vez que ya está en casa y nos han contado su pequeña y corta historia (no por eso menos importante) nos centramos en su cuidado, mimándole y dándole lo mejor de todos y cada uno de nosotros. Él nos lo devuelve con creces día a día y así van pasando las semanas y los meses, va creciendo lleno de mimos y cuidados y nosotros felices de verle tan bien.
Felices y satisfechos de tenerle a la vez que preguntamos al técnico que hay de lo suyo, le adoramos y por eso no queremos que su estancia en casa, se prolongue demasiado. Difícil de entender, lo sé.
Suena el teléfono y al otro lado esta su técnico para decirnos que ha llegado la hora de que el peque se marche, esta vez también se me alteran todas las constantes, alegría/tristeza, ansiedad por saber con quién y donde, preocupación, mil cosas y sensaciones difícil de trasladar al papel. Lo comento con el resto de la familia y todos tenemos la misma maraña de emociones. Hay que preparar su maleta.
Una maleta que empezamos a llenar desde el primer día con la ropita que traía, donde hemos ido guardando cada cosa suya a la vez que nuestro anhelo y el recuerdo de que ha de marcharse, ahí va su chupete, su peluche, su mantita, su música preferida muchas fotos y un millón de besos y deseos de que sea muy feliz. Una carta escrita por todos donde le damos las gracias por los meses compartidos y disfrutados con él, y van pasando los pocos días con esa pena que da el descuento de horas.
Nos distraemos ideando historias de donde vivirá, como será su familia, como estarán viviendo esta espera e inevitablemente me concilio con su madre aun sin conocerla, vamos a compartir durante pocos minutos un momento especial
Llego el día y hay que llegar puntuales, SONRIENTES, CON BUENA CARA nos están esperando los nuevos papas y la técnica. El pequeño va súper guapo, le compramos un traje especial para la ocasión, no todos los días conoce uno a sus padres y queremos causar la mejor de las impresiones. Ya subimos por el ascensor, no me sostienen las piernas y mentalmente voy diciendo… tranquila, tranquila hay que hacer esto muy bien disimula y sonríe, relájate.
Sale el técnico y nos hace pasar a una sala donde hay una pareja aún más nerviosa e histérica que yo, son los papas, besos abrazos y por fin les dejo al pequeño en sus brazos. Qué momento más increíble.
Puedo asegurar que es un momento maravilloso poner al nene en los brazos de sus padres, sentir que va a estar bien y que va a tener su familia y su espacio definitivo, que será un niño mimado, tendrá todos los sobre cuidados de un niño muy deseado.
Todo un subidón en ese momento de final feliz de cuento.
Les damos un beso y nos despedimos, ya no tenemos nada más que hacer en esa reunión, nuestro momento ya paso y ahora es el espacio para sus nuevos papas, seguro que sabremos de el a través de fotos o llamadas de teléfono.
A nosotros nos toca pasar nuestro duelo y echarle de menos, claro, con la grata sensación que le hemos dejado con su familia y no notara ninguna falta de cariño ni cuidado, felices y tranquilos descansaremos un tiempo hasta que vuelva a sonar el teléfono.
Somos acogedores de urgencia y así lo vivimos felices y agradecidos a cada uno de los pequeños que han pasado por casa.
Un grupo de familias españolas, Asociación de Familias de Acogida de España (FADES) han comenzado un proyecto de apoyo y difusión del acogimiento familiar. Con el lema “mi derecho a tener familia” quieren difundir el acogimiento familiar y sensibilizar de la importancia del derecho a que un bebé sea acogido en una familia y no en un orfanato, mientras espera a ser adoptado.
En su página web muestran este relato desgarrador. Esto es lo que ocurre cuando reciben la llamada pidiendo la acogida de un menor. Los miedos, la ilusión, la esperanza…todo lo que viven queda mostrado en este precioso testimonio que publicamos con su permiso expreso.
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