Hacia la verdad completa
Por Fernando Pascual|
Existe el riesgo de acallar el corazón con verdades parciales, que pueden ayudar en momentos concretos, pero que no llegan a las preguntas fundamentales.
Cuando no nos dejamos ahogar por lo inmediato, o cuando la lucidez permite mirar más lejos, reaparecen las preguntas centrales: sobre nuestro origen, sobre nuestro destino, sobre las posibilidades de superar el mal, y sobre la realizabilidad de la justicia para todos.
A esas preguntas responden líderes religiosos, filósofos, o personas de diversas profesiones. Pero no todas las respuestas tienen el mismo valor. Solo las respuestas verdaderas sirven para el caminante.
Quienes conocemos la fe católica sabemos que la Verdad vino al mundo y que tenía un nombre y un rostro: Jesús, Hijo de Dios e Hijo de María, que, siendo más que un profeta, aceptó morir en una cruz y triunfó para siempre en la Pascua.
Esa verdad ofrece la ayuda en el camino de cada uno y permite relativizar lo relativo y reconocer lo que de verdad vale la pena. Porque, como dijo el mismo Jesucristo, de nada sirve acumular riquezas para uno mismo. Lo único importante es buscar el Reino y su justicia (cf. Mt 6,33).
Ante las confusiones de nuestro tiempo, en medio de la avalancha de engaños, cobardías o mediocridades, necesitamos luz, fuerza y buenas compañías para caminar hacia la verdad completa.
De esta manera viviremos con la certeza de que Dios es nuestro Padre y nos invita a vivir como hijos en su Hijo, ahora y por toda la eternidad.
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