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Jóvenes, ¿por qué no quieren salir de la comodidad?

Vivir una vida cómoda. Actualmente éste es el ideal de muchos jóvenes en sociedades como la nuestra, en que la cultura del consumismo y la inmediatez, así como el menosprecio al valor del sacrificio, han hecho perder a este sector de la sociedad la visión a futuro. Sobre este fenómeno, que tiene como cómplice la deficiente educación en el seno familiar, habla para Desde la fe la especialista en ciencias de la familia Alejandra Diener.

Al respecto, señala que en la actualidad muchos jóvenes pretenden lograr sus metas recorriendo caminos cómodos, bajo el convencimiento de que esa es la manera de hacerlo, pues al tener al alcance las soluciones a sus necesidades inmediatas, se carece de una visión responsable para afrontar las futuras adversidades de la vida, por lo cual existe el peligro de que no se desarrollen las habilidades que se requieren para alcanzar los anhelos u objetivos personales; menos aun los que tienen que ver con el bien común.

“El mundo actual nos vende la idea de que en ninguna etapa de nuestra vida debemos frustrarnos, y ha relegado la palabra “sacrificio” a un tema incómodo de carácter religioso; es una palabra que proviene de los vocablos “sacro” y “facere” (sagrado y hacer), es decir, hacer algo sagrado, lo cual demanda cambiar algo que representa placer por algo que implica esfuerzos. Pero al final se ve qué es lo más valioso”.

Señala que los jóvenes deben estar alerta para no caer en las garras de la inmediatez, y quitarse esa idea de que todo tiene que ser rápido y estar a la mano. “Mucha gente atribuye esa actitud a la tecnología, y en particular al internet, toda vez que nos acerca información, ocasionando que la juventud haya perdido, en parte, el hábito de investigar en las bibliotecas, y ahora se entregan trabajos escolares como si fueran de autoría propia, cuando en realidad son un ‘copiado y pegado’ de alguna página o un blog, que a lo mejor ni siquiera cuentan con información fiable. Sin embargo, los avances tecnológicos no son el problema; el asunto radica en la actitud familiar, pues muchos padres no enseñan a sus hijos a usar la tecnología, y permiten que la tecnología los utilice a ellos. Pero si la familia cae en esta desatención con los hijos, es porque la misma familia se ha vuelto cómoda”.  

Comenta que numerosos jóvenes tienen bien trazada la meta de obtener mucho dinero, convencidos de que el factor económico garantiza la felicidad a futuro; sin embargo, cuando el objetivo único es alcanzar ese fin, el dinero se convierte en el “estiércol del diablo”, como lo dijo el Papa Francisco al inicio de su pontificado. “Es importante recalcar que si los jóvenes están estudiando una carrera con el propósito de volverse ricos, están errando el camino, para empezar porque la universidad no está hecha para eso, sino para formar personas que con sus conocimientos puedan aportar algo al bien común; el dinero que un profesional recibe por sus servicios, lo obtiene por añadidura, lo cual también es algo justo, porque todos necesitamos los medios para vivir”.

Alejandra Diener asegura que una parte importante en el desarrollo integral de la persona es el aspecto espiritual, pues quien vive plenamente su religión, es alguien que busca la virtud y hace a un lado los placeres banales.

“Tristemente hay posturas que se oponen a esto, como la llamada ideología de género, la cultura de la muerte, la cultura del descarte, que quieren hacer creer que la religión somete. Pero los padres de familia llegan a ser cómplices de este engaño, en la medida en que no educan a sus hijos en el amor de Dios, a vivir una vida austera y de oración; no les enseñan que en la Eucaristía está Cristo vivo; de manera que cuando un sacerdote, una monja o cualquier persona de la Iglesia comete un error por su condición de seres humanos, los jóvenes se desencantan; en cambio, cuando son conscientes de que en la Eucaristía el centro es Cristo, nada de esto les impedirá seguir viviendo su fe”.

Finalmente señala que el sacrificio es una fuerza positiva, ya que si un pequeño está aprendiendo a atarse las agujetas por sí solo, lo más probable es que se frustre, llore y patalee; pero en un nuevo intento tal vez logre hacerlo empleando un mayor esfuerzo, y se dará cuenta entonces de que puede lograr las cosas cuando se lo propone. “Así, nosotros como seres humanos, y principalmente como padres, debemos experimentar la frustración y salir adelante a base de esfuerzos, de sacrificios; porque esta actitud repercutirá con seguridad en nuestros hijos”.
 
Artículo originalmente publicado por Desde la fe

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